“En el amor y en la guerra todo se vale”.
Frase popular
Uno de los negocios más prósperos de la historia, incluso más que las mismas construcciones arquitectónicas y urbanas, son las reconstrucciones, un gran ejemplo al respecto fue la reconstrucción de la ciudad amurallada de Jerusalém hace más de 500 años por el imperio otomano después de siglos de guerras, haciendo de ella un lugar, además de religioso, de derrama económica impresionante hasta el día de hoy; otros ejemplos de reconstrucciones importantes al respecto son Japón después de la Segunda Guerra Mundial y Vietnam después de la Guerra Fría, que ahora son centros turísticos y políticos relevantes.
Las reconstrucciones en México también son de hacerse notar, sobre todo las realizadas por Porfirio Díaz después de la intervención francesa, incluyendo al Palacio de Bellas Artes y el actual Monumento a la Revolución, que inicialmente fue diseñado para ser la sede de la Cámara de Diputados.
También resulta interesante analizar la reconstrucción de Londres y de otras ciudades de Inglaterra después de los bombardeos aéreos de los nazis, tan rápidas y tan eficaces, y la reconstrucción de la ciudad de Berlín después de la devastación por parte de los rusos en esa contienda, incluyendo la posterior construcción del famoso muro ahí.
Por eso resulta tan complejo analizar que muchas guerras, independientemente de todos los beneficios económicos que tienen por todo lo que implica su ejecución, incluyendo venta de armamento, municiones y uniformes, también generan ganancias inimaginables por las reconstrucciones que se deben realizar después de su paso.
Al respecto se pueden analizar los costos de reconstrucción de todas las estructuras arquitectónicas y urbanas, tanto de Rusia como de Ucrania, en éste enfrentamiento actual ya longevo, incluyendo fábricas y plantas nucleares, valorando no sólo las reconstrucciones realizadas, también las mejoras hechas y los beneficios económicos y empresariales de ellas.
Finalmente, aunque sea parte de la creación de Homero, si existe la evidencia de la edificación de Troya y de sus constantes reconstrucciones después de varias guerras e innumerables incendios, incluyendo el que se provocó tras la intervención del caballo de madera en sus murallas con soldados escondidos en él, y de toda la inversión que se pudiera haber hecho en dichas reconstrucciones, incluyendo la obtenida de las conquistas anteriores de los griegos, al igual que la reconstrucción de Roma después de que Nerón también la incendiara.