La intención es reducir cualquier margen de sospecha y suspicacia para elegir a los nueve abanderados de Morena en las entidades federativas. Me refiero a que, la encuesta, será el método que aplicará la Comisión Nacional del partido y, de paso, será cotejado con dos estudios espejo que harán la misma función. Es verdad, hay apertura, sin embargo, se tendrán que definir de manera clara cuáles son las dos metodologías que acompañarán el ejercicio demoscópico. Si es así, déjenme decirles que hay garantía democrática para respetar la voluntad del pueblo.

De hecho, hay muchos datos que arrojan que, desde este momento, el pueblo ya tomó decisiones en torno al futuro de cada uno de sus territorios. En ese sentido, la población pide respeto y, con ello, demanda transparencia. Incluso, fue una buena idea, mediante la insaculación, elegir a las cinco encuestas que vigilaron la recolección de datos en el proceso para la coordinación. Eso acotó cualquier margen de manipulación y arrojó elementos que, dicho sea de paso, fueron comparados para encontrar un punto de equilibrio.

Dada la magnitud de lo que se juega en las nueve gubernaturas, Morena, como juez y árbitro de la contienda, está obligado a garantizar un proceso sin favoritismos. O sea, para este proceso, no debe haber excepciones y, en ese sentido, la dirección tiene que abrir el abanico ante las constantes presiones que, de cierta forma, son comprensibles. Por esa razón, lo mejor, claro está, sería aplicar algo similar al ejercicio presidencial. Me imagino que, sobre la mesa, los mismos aspirantes propusieron un mecanismo semejante.

Se sabe que, de manera paralela, habrá dos encuestas espejo que serán el instrumento de acompañamiento en la recolección de la información. La pregunta es: ¿cómo van a seleccionar esas dos instituciones o compañías? Es decir, bajo qué criterios y ponderaciones podrán definir sus servicios. Se supone que, de entrada, tienen que ser dos de las mejores calificadas y con menor margen de error en los últimos procesos electorales. Si es así, Morena ha dado un gran paso a la demanda que aqueja a las bases del partido en cada punto del país.

Sucede que, en medio del proceso, hay perfiles que han dado el salto definitivo a la consagración con el pueblo. Le pasó al presidente López Obrador, no se diga a Claudia Sheinbaum. Y, ese mismo efecto de popularidad, lo gozan actores en Puebla, Chiapas, Veracruz y Tabasco. Eso se puede apreciar en todas las encuestas de opinión pública. Con esa base de apoyo, lo hemos fundamentado, hay aspirantes que, desde ahora, podemos declararlos como virtuales ganadores. De hecho, el margen que llevan de ventaja es, efectivamente, un porcentaje suficiente para decir que son hechos inminentes.

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Y, con esa premisa, el partido tiene que estar a la altura de las circunstancias y, con ello, tener la capacidad de aceptar la voluntad del pueblo. Incluso, en este espacio de opinión hemos hecho un corte de caja de aquellos que, por respaldo y poder de convocatoria, obligan a la Comisión Nacional de Encuestas a ratificarlos. Esto es, no hay duda, el respeto a la toma de decisiones, dado el juicio de las mayorías. Si es así, reconoceremos la voluntad de legitimar a los favoritos que cuentan con el respaldo ciudadano.

A propósito, ayer fueron citados a la dirigencia nacional de Morena todos los aspirantes a las gubernaturas. Ojalá, quiero verlo así, todos tengan la certeza de que, la democracia será el común denominador y, de manera objetiva, se aplique la encuesta a la par de las dos metodologías espejo.

Si esas son las condiciones que ofrece Morena, la marcha del proceso, por lógica y sentido, tiene que permanecer como las últimas encuestas afirman. Siendo así, serán cinco hombres destinados en Tabasco, Puebla, Chiapas, Jalisco y CDMX. Y, para las mujeres, Veracruz, Morelos, Yucatán y Guanajuato, pues a finales de este mes sabremos, con exactitud, esta lectura de cara al cierre interno.