“Mexicanas, mexicanos: muera la corrupción, muera el clasismo, muera el racismo…”
Ideología del Presidente Andrés Manuel López Obrador expresada por él mismo el día del grito de Independencia del 2022.
Lo que busca nuestro presidente con esta frase es muy entendible: que ya exista igualdad y fraternidad entre todos los mexicanos y mexicanas que él gobierna, pero sobre todo, entre los jóvenes, en quienes se cumpliría ésta consigna.
La juventud siempre ha representado la esperanza de cambio, de estabilización, y de mejoría de toda la Humanidad cuando ésta llega al límite de su existencia social, política, y terrenal, y así ha sido siempre durante toda la Historia.
Lo más importante que deben tener los jóvenes para poder ejercer su liderazgo histórico son los valores universales, incluyendo a la misma virtud, y a la hermandad, la cual debería ser el pilar más sólido de la estructura del cambio esperado.
Por eso, cuando la hermandad se debilita, o desaparece, toda la solidez que debería tener la juventud para cumplir los objetivos descritos, se desmorona; y voy a narrar un sólo suceso que me tocó presenciar para explicar esta calamidad profética.
Acudí a un juego de baloncesto (basketball) en la cancha de una escuela muy prestigiosa, el equipo varonil invitado o vístante, le ganó al equipo igualmente varonil local o de casa por únicamente un punto, y desde una perspectiva exclusivamente deportiva, el juego en cuestión fue un éxito y una alabanza misma al esfuerzo humano. Sin embargo, los integrantes del equipo local o de casa se molestaron mucho, y justamente, al finalizar el tiempo del partido, comenzaron a gritarles a sus invitados: “Fuera… fuera”... y a hacer ademanes con sus brazos representando dicha ofensa.
Me pareció inverosímil presenciar ese muy desventurado suceso entre jóvenes varones de la misma edad adolescente-adulta, mismo que debió haber idealmente finalizado con un apretón de manos entre todos los jugadores de ese juego de baloncesto, independientemente de quién de ellos ganó y quien perdió, pero, desafortunadamente, repito, no ocurrió así, y sólo se demostró una vez más como los valores fundamentales de la juventud perenne y trascendental se están perdiendo, incluyendo a la hermandad.
Y aunque parezca la resolución a esta problemática humanista inalcanzable por ahora, sí se puede lograr, pero no está en manos de los jóvenes recuperar los valores universales humanos y de hermandad, está, en nuestras manos, en las manos de los adultos que tenemos que seguir guiándolos.
Alberto Halabe en Twitter: @cancercuretop2