Hugo Sánchez y Nacho Ambriz fueron parte de la mejor Selección Mexicana, al día de hoy, de la historia del futbol mexicano. Los dos han sido campeones de la Liga Mx. Hugo con los Pumas de la UNAM dos veces y el otro más recientemente con el León. También tienen ya experiencia dirigiendo en Europa, en la primera división del futbol de España. Hugo con el Almeria, Ambriz con el Osasuna de Pamplona, así haya sido como el auxiliar de Javier Aguirre, cuándo llegaron incluso hasta una final de la Copa del Rey. Como futbolistas en activo, el texto se extendería en demasía si enumero los logros de cada uno, tanto en clubes como en Selección Mexicana.

Hugo Sánchez e Ignacio Ambriz, pues, serían la dupla ideal para tomar el timón de un barco a punto de encallar en los acantilados de la mediocridad y la desvergüenza deportiva.

Ojalá que la FMF, por medio de la Comisión de Selecciones Nacionales y el impulso y aval de la asamblea de dueños, tomen en cuenta esta dupla como su última oportunidad de tener bajo su mando a la Selección Mexicana. Máxime cuando tenemos en puerta la enorme responsabilidad y también el privilegio de ser, en parte, país anfitrión, con lo que además, no hay margen posible para una actuación qué no sea sobresaliente, de menos, al mismo nivel que la exitosa participación en el Mundial México 86, donde se llegó al famoso 5to partido, se terminó invicto y en un buen sexto lugar. Además se desplegó un futbol de calidad, garra, generoso y alegre, tan es así que las (hasta ese tiempo) acostumbradas goleadas en contra desaparecieron, para tristemente volver en el 2015, en gran medida por contratar a auténticos charlatanes, mediocres y oportunistas entrenenadores extranjeros, como lo son los esperpentos Osorio y Martino.

En fin, que se está a tiempo de corregir el rumbo, con la dupla antes mencionada como fórmula para regresar al futbolista mexicano el amor por su camiseta al tiempo de detener de forma radical la tendencia, de no pocos de ellos, al aburguesamiento y la soberbia.