“Una conspiración habla más fuerte que las palabras.”

John Lennon

Lo primero que habría que reconocer para entender la lectura del presente ensayo es que Kanye West es un personaje con bastante inteligencia y capacidad de raciocinio.

Después de presenciar como las criptomonedas aumentaron tanto de valor y se depreciaron tan rápido, incluyendo al Bitcoin, después de ver como se intentó comprar la red social Twitter en una cantidad de dinero inimaginable e incalculable, después de darnos a conocer que renuncia la Primera Ministra de Inglaterra antes de que una lechuga madure, después de seguir hablando de Ucrania todos los días, y además de saber que escoltan al ex-mandatario de China fuera de su junta de Gobierno sin razón alguna, no sería de extrañarse que también la estrategia de Kanye West, un gran músico y compositor, autor de “Yeezus”, que alguna vez se postuló como candidato para la presidencia de los Estados Unidos, y quien estuvo casado con la multimillonaria de origen armenio Kim Kardashian, con quien sigue teniendo negocios de alta gama, pudiera tratarse también de una gran conspiración, ya que junto con empresas bursátiles y de moda, al hacer sus declaraciones absurdas, desde un punto de vista histórico y trascendental, sobre el antisemitismo que ya no tiene cabida en este mundo actual, éstas empresas pudieran beneficiarse enormemente.

Por eso resulta muy interesante analizar que después de que Kanye West haya hecho dichas declaraciones en contra de los judíos contemporáneos, absurdas, repito, dentro de las “sanciones” que le aplicaron se encuentran la cancelación de sus cuentas en la firma bancaria multitudinariamente reconocida JP Morgan, y también la eliminación demeritoria de sus contratos con la muy famosa marca deportiva Adidas, con la que ya había firmando diversos convenios para fabricar y vender zapatos de ejercicio, entre otros grandes negocios.

Lo que podríamos preguntarnos consecuentemente a estos hechos descritos, es saber, a ciencia cierta, cuántos empresarios judíos de los Estados Unidos, y de todo el mundo moderno, incluyendo a Inglaterra, a Australia, a Rusia, a Israel y a Brasil, hayan tomado la firme decisión de invertir su dinero, tanto en JP Morgan, como en Adidas, por haber sido las firmas de las empresas que defendieron a capa y espada su judaísmo, atacando muy controversialmente, y muy probablemente también, muy conspiracionalmente como se plantea hipotéticamente en el presente ensayo, a nadie más, ni a nadie menos, que a Kanye West, por haber hecho unos comentarios intrascendentes, repito, y muy probablemente también, planeadamente.

Si existiera la posibilidad de que ésta teoría o hipótesis conspiracional fuera cierta, sería uno de los negocios más grandes realizados con empresarios judíos del siglo XXI.