El presidente AMLO protagonizará, hoy por la noche, el célebre grito de Independencia que reúne a los mexicanos cada 15 de septiembre en el zócalo de la capital del país. El evento evoca el grito de Dolores encabezado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla en aquella dramática madrugada de 1810.

La Guerra de Independencia, iniciada en aquel año, debe servir como instrumento para el enriquecimiento de la cultura patria, en favor de la educación y como acervo histórico que sirva para el fortalecimiento de la unidad nacional. Desafortunadamente, derivado de la vorágine política, el presidente AMLO se empecina en presentar una única interpretación; aquella caracterizada por una narrativa que busca ensalzar la presentación de su movimiento político, en detrimento de la realidad histórica.

En este contexto, y a la luz de los libros que versan sobre la Guerra de Independencia de México, entre ellos, la célebre obra “El Proceso Ideológico de la Revolución de Independencia” del gran historiador Luis Villoro, se deben presentar claramente las siguientes aseveraciones:

· El cura Miguel Hidalgo fue un sacerdote criollo e ilustrado que buscó encauzar un movimiento que reinvindicase la legitimidad del rey Fernando VII, a la sazón cautivo en manos del emperador Napoléon.

· Hidalgo no buscó deslegimitar la herencia española, sino por el contrario, reclamar la lealtad de los novohispanos hacia la corona española ante la invasión francesa de la península, como movimiento que pretendía resucitar la revuelta elitista criolla iniciado por el virrey Iturrigaray en 1808, quien reclamaba el derecho de la Nueva España de autogobernarse ante la ausencia de Fernando VII.

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· El ejército insurgente, liderado por los criollos pero integrado por indios y castas, devendría una turba que contravendría los principios abanderados por personajes como Hidalgo, Allende y Aldama.

· El movimiento insurgente fue completamente desmantelado tras el fusilamineto de José María Morelos en 1815. A partir de ello, y a pesar de la intervención de personajes destacados como Francisco Javier Mina, el movimiento independendista se limitaba a contigentes mal preparados y peor dirigidos aislados en las sierras.

· La consumación de la Independencia de México en 1821, dirigida por Agustín de Iturbide como comandante del Ejército Trigarante, nada tuvo que ver con el movimiento de 1810, sino con la decisión, por parte del estamento militar criollo, de separarse de España ante la revocación de la Constitución de Cádiz, la cual otorgaba a las naciones americanas representación en las Cortes españolas en igualdad de derechos que los ciudadanos peninsulares.

· El Estado mexicano independiente, constituido como Imperio, fue consolidado por una élite criolla militar que buscaba perpetuar las desigualdades económicas existentes entre los descendientes de españoles y los mestizos e indios.

· México, en su acta fundacional conocida como los Tratados de Córdoba, nace como una nación conservadora y católica que buscaba rescatar lo mejor de la herencia española. Sin embargo, las revoluciones liberales del siglo XIX perseguirían echar a un lado la historia narrada por grandes hombres de la época como Lucas Alamán (vapuleado alguna vez por AMLO en sus mañaneras)

En suma, la historia de México debe ser enseñada a la luz de la evidencia. No debe servir, bajo ninguna circunstancia, como estratagema política que sirva los intereses de un puñado de políticos, tanto más cuanto la educación de nuestros niños y jóvenes exige veracidad libre de toda intervención del presidente en turno, pues únicamente a través de la verdad se alcanzará la reconciliación. ¡Viva México! ¡Viva la unidad nacional!