Después de concluida la segunda guerra mundial y como parte del nuevo Orden Político Internacional, se crearon distintos organismos regionales como parte de otros más amplios de escala internacional o multilaterales, pero la posguerra estaba marcada por la “guerra fría”, la confrontación este-oeste o capitalismo-socialismo, uno liderado por EUA la superpotencia de la 2ª posguerra en Occidente, y la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) la gran potencia del naciente bloque socialista, vencedor del ejército nazi y con el Ejército Rojo, liberador de una serie de países de Europa Oriental (Hungría, Polonia y otros). Esta división del mundo en bloques, de la política, la economía y de los ejércitos, condujo a EUA a impulsar la creación de organismos regionales en América Latina, que ordenaran de manera permanente la política de confrontación con el bloque opuesto, básicamente dos en lo político-militar: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la Organización de Estados Americanos (OEA), dos organismos completamente al servicio de la política regional-internacional de EUA y de su lucha contra el bloque soviético. No obstante en ese contexto, se produjo la triunfante revolución cubana de 1959 contra la dictadura del criminal Fulgencio Batista.

Cuando en 1962 el gobierno cubano estableció el “carácter socialista” del proceso político, económico y social y su alianza con la URSS (luego del intento fallido de invasión con tropas de cubanos exiliados opositores al nuevo gobierno en Playa Girón), vino el “bloqueo económico a Cuba”, y ella pasó a ser uno de los ejes de la confrontación este-oeste o capitalismo-socialismo, ante la posibilidad de que las “revoluciones” posibles en el subcontinente latinoamericano asumieran el “carácter socialista” del proceso de cambio en Cuba. Por ese “atrevimiento” ideológico y político, Cuba fue expulsada de la OEA con el solo voto de abstención de México. Desde entonces, más allá de la propia ideología conservadora de las oligarquías, partidos, ejércitos, grupos empresariales latinoamericanos, luchar, estigmatizar, acatar el bloqueo económico, justificarlo, y promover la exclusión y condena política a Cuba, era y es una forma de llamar la atención favorablemente del poderoso vecino del norte del continente.

A partir de 1999 en que el fallecido Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías ganó la elección y declaró su simpatía por el socialismo, por la Revolución Cubana, por los líderes de aquél país, y su alianza dentro de Venezuela con los partidos y organizaciones de la izquierda socialista con quienes formó un solo partido, el Partido Unificado Socialista de Venezuela, y restringió la participación de las grandes empresas transnacionales de EUA y Europa occidental en la explotación de sus yacimientos petroleros, y pactó alianzas económicas y políticas con China y la Federación de Rusia, EUA le aplicó una política muy similar a la ejecutada contra Cuba, salvo el bloqueo económico porque EUA siguió comprando el petróleo venezolano de alta calidad. No olvidar que el gobierno del Presidente Barak Obama promovió regional e internacionalmente el desconocimiento de la elección en Venezuela que ganó por estrecho margen Nicolás Maduro, lo cual refrendó y amplió Donald Trump quien planteó la posibilidad de una invasión armada a Venezuela, desconocimiento político que fue acatado por distintos países de América Latina, y México ha resistido dicha política brutalmente injerencista.

El uso político de la OEA por parte de EUA para apuntalar sus criterios ideológicos, políticos, sus lineamientos económicos, sus políticas comerciales, laborales, etc., ha sido tan evidente que los gobiernos más conservadores del subcontinente latinoamericano no se atreven a negar abiertamente, y mantienen una línea de acatamiento coincidente con EUA en ello. Pero la guerra fría terminó, la URSS y el campo socialista desparecieron después de su fracaso en la construcción del socialismo real, en consecuencia se ha tornado indispensable desde finales del siglo XX la necesidad de construir una nueva arquitectura regional (y global) mediante nuevos organismos más representativos del sentir, de las nuevas realidades políticas, ideológicas y económicas en nuestra región, en el contexto de un amplio proceso de transición hacia un Nuevo Orden Global sin hegemonismos exclusivos, sino con una estructura policéntrica que permita la acción de las nuevos grandes poderes globales emergentes (Europa Unida, China, Federación de Rusia, India) y de otros poderes regionales fortalecidos como Turquía, Brasil, Corea del Sur, Indonesia, México y Argentina, por ejemplo, no exclusivamente.

La CELAC (Comunidad de Estado Latinoamericanos y del Caribe) que hoy se ha reunido en México para realizar otra Reunión Cumbre (se celebran anualmente) con jefes de Estado o representantes directos de ellos y para avanzar en temas de interés común, surge en el año de 2010 y sesiona por primera vez en diciembre de 2011 sin EUA ni Canadá, como mecanismo inter-gubernamental y de concertación política entre jefes de Estado que integra hoy a 33 países, pero la OEA subsiste. El eje estratégico en CELAC es avanzar en procesos parciales de integración que se vayan ampliando, dentro de un principio de unidad en la diversidad, de pluralidad ideológica y política que en la OEA por su origen y propósitos estratégicos no tenía cabida. Es un organismo de la guerra fría y no desapareció con ella, como la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte, de tipo militar) y la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) en Asia. EUA ha querido perpetuarlos.

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Por las noticias que podemos conocer de la CELAC en su reunión en México bajo la Presidencia del Jefe del Poder Ejecutivo mexicano Lic. Andrés Manuel López Obrador, ha habido momentos de enfrentamientos álgidos entre los Presidentes de Cuba y Venezuela con los Presidentes de Paraguay y Uruguay, como si estuvieran estos últimos en una reunión de la OEA, condenando éstos últimos la ideología política, las políticas de gobierno, su visión de la democracia directa, participativa, sus medidas económicas, y hasta el desconocimiento del Presidente Nicolás Maduro como jefe de Estado, nos parece inaudito, lastimoso, ni estamos ya en el contexto del conflicto este-oeste el cual la CELAC quiere superar para siempre, ni en la época de las condenas a Cuba que promovía la diplomacia estadounidense, ni tampoco en el Mercosur que acató en su momento la directiva de Obama de desconocer a Nicolás Maduro, igual que algunos países europeos como España. Absurdo, torpe, desnaturalizador del esfuerzo actual de la inmensa mayoría de jefes de Estado que acuden a un foro propio de identidad latinoamericana.

La política excluyente de EUA, punitiva en lo ideológico-político en la región está viva a través del pensamiento y los discursos de los Presidentes de Uruguay y Paraguay, quienes actúan conforme al pensamiento y la acción política de las oligarquías de sus países que en el pasado conocieron en carne propia las “épocas de la bala” con las dictaduras militares de Juan María Bordaberry (quien se preciaba de ser gran amigo del criminal Augusto Pinochet) y de Alfredo Stroessner Matiauda (dictador que duró 35 años en el poder), respectivamente, suficientemente documentado que se instalaron y sostuvieron en tales países con todo el apoyo diplomático, financiero y militar de los gobiernos de EUA desde Richard Nixon en adelante, apuntalados por la doctrina de Seguridad Nacional y la contrainsurgencia como y como doctrina militar y de gobierno que generó los episodios de “guerra sucia” generalizada o terrorismo de Estado en el subcontinente.

Son otros tiempos, otro momento histórico, otras perspectivas políticas regionales, el gobierno de Nicolás Maduro está en una mesa de negociaciones con la oposición venezolana buscando una salida política a la crisis nacional que enfrentan en dicho país, con una voluntad de reconciliación nacional. En Cuba la población manifestó en las calles su apoyo mayoritario al gobierno actual a pesar de las tremendas restricciones socio-económicas y sanitarias que enfrentan.

Definitivamente a los presidentes de Uruguay y Paraguay no les corresponde emitir condena alguna a los regímenes de Cuba y Venezuela, ese es un tema de la soberanía popular en tales países, y sólo para hacer presente la diplomacia del “gran garrote” (big stick) de EUA al interior de la CELAC , y complacer a las oligarquías locales dentro de sus países que por muchos años prefirieron la dictadura militar y el crimen contra civiles y que ejercieron el terrorismo de Estado en lugar de la democracia, la explotación oligárquica con las empresas extranjeras en lugar de la política social.

Están fuera de contexto, con una nostalgia inmensa por el pasado y sin voluntad para sacudirse el “yugo del norte”, tratando de congraciarse con Mr. Biden, pero con ese servilismo que afrenta a sus naciones jamás serán respetados por el poderoso del norte del continente. Además, de que ponen una nota estridente en una reunión convocada por el presidente AMLO para avanzar en temas de interés común latinoamericano, no para regresar a los momentos de la guerra fría. Qué lástima. Por lo demás, no obstante, habrá avances importantes.