Las autoridades gubernamentales y las dependencias federales en materia educativa, ya trabajan un proyecto estratégico para retornar a los ambientes pedagógicos e instruccionales luego de más de año y medio sin actividad frente a grupo de millones de docentes y alumnos que cursan el nivel básico. De hecho, el propio presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo que no hay nada que impida el retorno.

Quizá para muchos, incluyéndome, puede haber condiciones y estrategias que faciliten esa acción. Para ello, primero, debe haber un esquema suficiente de vacunación en general. Toda la población, tomando en cuenta a los niños de educación básica debe tener su vacuna aplicada; de ser así, se acota el riesgo de seguir aumentando los casos de Covid-19.

Mexicanos con una dosis

Es cierto que, para ello, las autoridades federales en conjunto con las estatales, deben coordinar las acciones; se supone que, para ese entonces, la mayoría de la ciudadanía debe haber sido beneficiada con su dosis.

Pero, aun así, hay mucha de la sociedad que, en este esquema de vacunación, no atendió el llamado. No se vacunó, y eso implica riesgo de propagación. Podría resultar inquietante, aunque, un requisito para regresar a las aulas presenciales, sería que hayan tenido acceso a la vacuna.

Sería lo más prudente, porque puede producir consecuencia de no haber atendido la indicación, incluso, para los niños. En otras palabras, que el beneficio sea para quienes de manera inteligente decidieron aplicar la dosis.

Estrategias de reincorporación a las aulas

Eso puede facilitar el acceso a las aulas. Otro reto será observar las estrategias de reincorporación; en ciertos espacios o ambientes educativos, no se goza de todas las condiciones, es verdad; hay precariedad en los servicios académicos lo que pudiera limitar el proceso de enseñanza y aprendizaje que, de por sí, se dificulta en términos tecnológicos.

Muchos docentes mostraron dificultades en los métodos improvisados con los que trabajaron; fue una auténtica complicación laborar a distancia; para los que sí lo realizaron, seguramente encontraron poca utilidad; a excepción, de que hubo muchas instituciones que realmente sí se prepararon por si esto se extendía.

No todos tienen acceso a internet

Esa es una gran limitante, por ello, urge un regreso a clases estratégico. Seguramente a muchos no les parece la idea, sin embargo, para materializarla, se debe estructurar un auténtico plan que brinde las condiciones de salud. Vacunas, disposiciones y una asistencia escalonada, es decir, tomando las medidas pertinentes pueden asistir algunos alumnos y después otros. Lograrlo sería una tarea titánica, pero, vale la pena intentarlo.

Hubo muchas formas de llegar a los alumnos a través de varios mecanismos e instrumentos de información; algunos docentes utilizaron plataformas o programas, pero, otros, tuvieron que recurrir a los mensajes de Whatsapp, porque no hay más. Repito, que la precariedad de muchos ambientes limitó; imaginemos ahora, el grado de pobreza que se vive en las zonas de muy alta marginación, comparada con las demás, fue la que más sufrió. Seguramente ni acceso ni indicación tuvo.

Una buena medida es regresar

Con mayor frecuencia observo los comentarios y la lectura de muchos padres de familia; algunos podremos estar de acuerdo y otros no, pero, también es cierto que, con mucha imprudencia, hemos observado tiempos de irracionalidad. Campañas saturadas; eventos masivos; conciertos, bailes y alguna que otra concentración masiva que pudiera detonar en un riesgo y con consecuencias más graves.

Es cierto que las nuevas variantes y el latente desarrollo de una tercera ola del Covid-19, pone a pensar a muchos, sin embargo, ese proceso se facilitará si el gobierno construye una estrategia eficaz; también, si la sociedad en general, sobre todo aquellos que no se ha vacunado, lo realice. Las buenas determinaciones pueden comenzar allí, con una medida atinada; nosotros somos el ejemplo. La autoridad hace su esfuerzo al tomar decisiones, aunque se irrumpe, si no las tomamos en cuenta. Así de sencillo. Al parecer, estos imponderables se resarcen al usar las herramientas correctas.

El Covid-19 se consideró una situación grave a nivel mundial. Claro que no hay otra cosa más valiosa que la vida. Pero, si actuamos con inteligencia y apegados a las indicaciones de salud, podemos salir adelante. Las clases pueden ser una realidad; el propio presidente insistió.

El problema entonces no sería la reincorporación, sino cómo se va a lograr. La modalidad improvisada que se tuvo que llevar a cabo, fue un auténtico fracaso. No había de otra, pero se hizo deficiente. Al parecer algunos padres de familia no se tomaron en serio las instrucciones, aunque, de igual forma, muchos docentes simularon. No se apegaban a las indicaciones y, en el corto plazo, los que terminan de pagar los platos rotos son los alumnos que no aprendieron.

Alumnos frustrados

Fue un auténtica tortura psicológica recibir instrucciónes desde casa; eso detonó muchas enfermedades mentales que, a la larga, pueden traer complicaciones. Hubo ventajas, pero más desventajas.

No bastó la duración en línea, tan solo que, muchos docentes, dedicaron más tiempo para atender más y más investigación o tareas. Qué tormento. Eso no es educación, sino extralimitarse en una función a la que nunca estuvieron acostumbrados los niños. Lo viví. Fue un martirio. Por ello, si la indicación es opcional, estoy de acuerdo en el regreso presencial, siempre y cuando exista una estrategia eficaz y atinada.

Finalmente, quizá para muchos padres sea más cómodo tener a sus hijos en casa ya sea por cuestiones de trabajo y, que al menos, eso facilita sus traslados, sin embargo, tiene que llegar el momento que nos adaptemos a una nueva normalidad tomando en cuenta, eso sí, las medidas con mayor disciplina y apego. Sí se puede.