Hasta el epicentro del Senado de la República llegó la hostilidad y la guerra sucia de cara a la sucesión presidencial. Hablar de ese tema, hoy por hoy, resulta muy rutinario. El presidente decidió adelantar el curso de transición del 2024 y, tal parece que, los daños colaterales, son sintomáticos frente a las situaciones coyunturales que suceden en la agenda pública.

Y es que, en la medida que el tiempo avanza, todas las circunstancias son objeto de blanco de ataques. Eso se previó desde el principio que el presidente Obrador lanzó el mensaje; se alertó de las posibles fricciones internas que puede arrojar este tipo de situaciones. En general, eso pasa. Comienza el intercambio visible de confrontación que, en el grado que esto avance, irá escalando.

Al menos, eso pasó en el Senado de la República donde se discutía la aprobación de un periodo extraordinario de sesiones. Rubén Cayetano, además de estar obligado a desahogarse desde la tribuna de la Cámara Alta, culpó con una misiva no directa, aunque sí descifrable al coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, al responsabilizarlo de no haberse concretado el lapso extra. Evocó su mensaje y optó por atizar con un supuesto sesgo político e interés grupales.

Se ha formado una especie de atmósfera que no es nada raro en este tipo de situaciones. Al hablar de sucesión, la lucha será constante en todos los escenarios; eso pasó en el Senado de la República. Se discutía la aprobación o no de un periodo extraordinario, sin embargo, un discurso grosero y sesgado, con aliento que pretendía surtir efecto— no resultó extraño— porque llevaba una dedicatoria especial del diputado Rubén Cayetano.

Tengo la impresión de que se pretendió desvirtuar el verdadero juicio. En todo caso, la única razón de haberse convertido en un rehén de la hostilidad, se puede asociar a la inoperancia que, mientras se abordaba el tema, el diputado, Raúl Bonifaz, que actuó como personero, ingresó y utilizó un recurso de reserva a las 18:30 a la comisión permanente que, en ese mismo instante, debatía precisamente el periodo extraordinario. Con ello, es preciso agregar que el contenido del oficio— pidió que se suprimiera de la convocatoria al lapso extraordinario los rubros sobre el Fiscal del Estado de Guerrero, el jurado de procedencia contra los congresistas Benjamín Saúl Huerta y Mauricio Toledo.

Entonces, ese fue un asunto propio que pidió a la mesa directiva del senado excluir y apartar el tema. Quizá, una estrategia político orquestada a través de la Cámara de diputados, pero, en sí, una maniobra amorfa desde la tribuna del Senado de la República para deslindarse del reparto de culpas.

Hemos sido testigos de eso; el discurso sesgado del diputado Rubén Cayetano y, sobre todo, el recurso que, lejos de ser una estrategia política, sintonizó el reclamo tendencioso y sin fundamento que está precisamente dirigido al coordinador de los senadores de Morena en la Cámara Alta que, por cierto, nada tuvo que ver.

Curiosamente se dio una combinación de hechos que impidieron que esto avanzara. La oposición determinó votar en contra del período extraordinario y, a fin de cuentas, el impacto político trascendió, eso sí, con un claro mensaje que solo fue ruidoso, pero que, en la vía de la verdad, se disolvió porque ve nía nutrido de sesgos políticos superfluos. Rubén Cayetano se equivocó con un impulso tendencioso que, más bien, parecía a todas luces una obra orquestada para fomentar la polarización con una muestra clara que puede significar el tema de la sucesión presidencial.

Y si a eso le agregamos el fuego amigo, quizá sea lo más lamentable más allá de la pluralidad que pudiera existir y, la característica a grandes rasgos, del derecho a disentir. Si algo hubo en ese discurso del diputado Cayetano, no fue precisamente una arenga espontánea que nació del corazón propio, sino, un hecho con precedentes en el que reina la sucesión presidencial de grupos al interior de Morena.

Es así. Hay daños colaterales que pueden surgir; esa tensión se canaliza a todos aquellos perfiles que gozan de un potencial sólido para perfilarse a la candidatura de Morena en 2024. Uno de ellos es, indudablemente, Ricardo Monreal. Por ello, nos hace sospechar que, políticamente, se maniobró un intento de carga que tuvo en sí, otro matiz de fondo. Sin embargo, el resultado no encontró resonancia; los senadores cerraron filas en una conferencia que ofreció el coordinador de la fracción de Morena a fin de respaldar a su liderazgo que, en los hechos, actuó siempre con responsabilidad.

Finalmente, fue lamentable la actuación del diputado Cayetano. He ahí que podamos encontrar el trasfondo de los hechos y un discurso además de agresivo, muy desatinado. En todo caso, el mal manejo si lo podemos denominar así, proviene de la falta de coordinación con Ignacio Mier, que es el líder de la fracción en San Lázaro, lo mismo, reconocer que se actuó con una sola concepción que puede entenderse como dilatoria detrás de la operación que realizó el personero, Raúl Bonifaz.

Estrategia o no, sólo desnudó el sesgo político que fue el vehículo que transitó por el Senado de la República.