Después de un año y tres meses de haber entrado la pandemia del virus Sars Cov-2, causante del Covid-19, a México, recibo ayer 28 de mayo de 2021 la primera dosis de la vacuna para contrarrestarlo. Me correspondió la marca Pfizer y me fue aplicada en la agradable Benemérita Escuela Nacional de Maestros en la Calzada México Tacuba, de la Alcaldía Miguel Hidalgo.
Como experiencia general confirmo lo que se ha venido percibiendo y diciendo del proceso de vacunas en la Ciudad de México: impecable, ágil, amable, profesional. Excelente, no obstante la gran afluencia de ciudadanos, en mi caso, en el grupo de 50-9 años.
Escribo este testimonio como una reflexión consecuente a las críticas hechas al gobierno federal y al presidente López Obrador, en general, por la oposición ebria de mezquindad y odio. La que critica todo por igual sin reconocer ningún logro pese a que ha habido muchos en este gobierno heredero de todos los males generados por decenios de gobiernos corruptos encabezados por el PRI y el PAN (el PRIAN) que esa oposición ebria añora y desea de regreso; y no sólo critican, mienten y atacan.
Una oposición borracha de odio
Es decir, esta oposición borracha de odio no es capaz de reconocer siquiera la evidencia aunque la tenga ante los ojos, en la mano o en su cuerpo, en el caso de la vacuna. Se han pasado meses y meses atacando al proceso de vacunación: que no habría vacunas, que no serían suficientes, que no había contratos de compra, que tal o cual vacuna no servía, que se cometía injusticia contra los médicos no Covid, que el gobierno es incapaz, que el presidente y su gabinete se habían vacunado a escondidas, etcétera y vuelta otra vez: No hay vacunas, aunque acaben de recibir la dosis.
Sin duda, esta letanía desesperada es producto de al menos dos fenómenos: el utilitarismo político y el odio. La oposición la ha utilizado para tratar de cohesionar simpatizantes y obtener algunos votos con base en este ataque constante. Y los odiadores siempre lo serán, su clasismo y/o su ignorancia los hace ser así.
No tenía considerado escribir este pequeño testimonio, pero al caminar en ágil fila hacia la zona de observación y espera después de recibir la vacuna, escuché una breve conversación entre dos tipos.
Un diálogo de culeros, pensé:
Culero 1: ¿Cuándo dijeron que toca la segunda dosis? (no puso atención el sujeto, porque nos la repitió el responsable de nuestra célula de vacunación de 8 personas).
Culero 2: Creo que en tres o cuatro semanas.
C-1: Bueno, eso dicen ahora, pero ya que pasen las elecciones a lo mejor “se acaban las vacunas”; y les valemos.
C-2: Eso sí, seguro, ahorita por las elecciones han estado bien moviditos, muy organizados, pero pasando, no sabemos.
C-1: Así son estos, están usando las vacunas para la votación; no hay que atontarse.
Me pareció tan mezquino lo que escuchaba, que me aproximé –guardada la sana distancia en todos los sentidos- y les dije, “es decir, ustedes creen que se les acaba de vacunar para que voten por Morena, oh guao”. Me miraron sin decir nada; me regresé a mi sitio en la fila.
Acababan de ponerles la vacuna que hemos estado esperando por meses, millones han muerto por el virus en el mundo y estos sujetos, en vez de sentirse bien, contentos si no agradecidos –como se miraba a la mayoría de los ciudadanos vacunados en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros y como se sienten en el país probablemente-, especulaban y acusaban.
Esa ha sido la tónica de los “opositores” al gobierno de López Obrador, ese diálogo es una muestra “ejemplar”.
La ignorancia o la mezquindad ebria de odio son impresionantes.
@NietzscheAristo