Desde los últimos meses, es innegable la tendencia que las experiencias sensoriales han traído en la pandemia.

A través de ellas se ha logrado la reactivación de la industria turística en las grandes ciudades.

Pero al mismo tiempo, han traído una tendencia de replantear la oferta de los museos y el cómo volver cada vez más interactivas sus exposiciones pese a la agonía contra la que luchan algunos de ellos en la pandemia dependiendo el esquema por el que se manejan.

Lo cierto es que también traen consigo grandes responsabilidades de garantizar la seguridad de asistentes en estos tiempos de aumento de casos de Covid-19 con sus diversas variantes.

Pero ¿por qué es indudable ligar en estos también a otros prestadores de servicios turísticos con esta tendencia?

La respuesta es fácil, al ser un indudable atractivo, muchas de ellas se pueden aliar con restauranteros, guías de turistas y hasta hoteleros para impulsar las llamadas rutas turísticas que sirvan en las grandes ciudades.

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Esto a pesar de que varios hoteleros y líderes del sector han señalado continuamente la innegable tendencia del turista de ir a zonas de naturaleza o playas.

Es necesario voltear a ver también los destinos que no son la joya de la corona y con ello reactivar e impulsar a la industria de la hospitalidad y cultural en las grandes urbes.

Pero sobre todo, apostar a homologar todos los proceso digitales que se han implementado dentro de la reactivación para generar una oferta que beneficie a todos de forma equitativa.