Una de las cosas que me gustaría que sucediera es un mayor conocimiento del futbol mexicano en Europa. Es obvio que la industria del futbol puede tener referencias de lo que pasa en México, pero a nivel afición es bien difícil darle seguimiento. Es bien difícil captar atención del fan, cuando los partidos suceden a las 2 y 4 am en el tiempo del centro de Europa.

Eso implicaría mover horarios en México y ya sabemos que por condiciones climáticas y geográficas (la diferencia de alturas), mermaría significativamente el desempeño de los equipos y el espectáculo (que no siempre se muestra) se vería más afectado.

Pero los mexicanos que vivimos en el viejo continente, encontramos la forma de seguir a nuestros equipos y nuestra bendita Liga MX con todo y desveladas siguiendo la pasión por nuestros colores, y por el juego que amamos. Y este fin de semana, valió la pena totalmente por los clásicos que vivimos, los partidos con muchas anotaciones y lo que eso ha provocado entre la fanaticada.

El Clásico Regio quizás no fue tan deslumbrante, pero vimos un duelo de poder a poder. A Miguel Herrera lo han tachado de impulsivo, reaccionario y poco táctico, pero su equipo pudo plasmar inteligencia y orden ante un Rayados que había mostrado mucha más certeza que su contraparte felina. Faltó el gol, faltó que “el partido rompiera”, hubo emociones escasas, pero siempre existió la tensión de que la balanza se inclinara de un lado o al otro. Y eso también puede ser emocionante.

Y luego vino un Clásico que quedará para la historia. El 7–0 que propinó el América a Cruz Azul se ha registrado en los libros de historia. Se ha repetido hasta el cansancio lo que está goleada representa para la historia de ambas instituciones y es es que resulta destacable que en la época de la inmediatez y un bajo tiempo de atención, se siga hablando de los efectos de lo sucedido en el Estadio Azteca.

Para mí, en esta columna, quiero aprovechar este hecho para recordarle algo a todos los aficionados del futbol: hay que verlo en vivo. Hay que ir a los estadios. Hay que vivirlo de primera mano y no solo en unos “highlights” o resúmenes horas o días después. La historia y sobre todo sus grandes capítulos pueden escribirse cuando menos esperemos y podremos decir que lo vivimos de primera mano. Por eso el deporte en vivo, sigue siendo uno de los últimos bastiones de la televisión tradicional. Por eso tanto revuelo de que el fútbol cada vez se vea más envuelto en sistemas de paga o servicios de streaming.

El partido que vivimos este fin de semana, debe ser un recordatorio perenne de que el futbol se escribe y se vive, literal, EN VIVO. Esas palabras que aparecen en las transmisiones toman una dimensión distinta a ser parte del decorado. No, eso nos recuerda que estamos viendo como se escribe la historia, que no sabemos que va a suceder, que probablemente estemos presenciando un partido aburrido, soso y cansado, pero mantenemos la esperanza de que algo suceda, y si, en cualquier momento, en cualquier jornada, algo puede suceder. Este fin de semana, sucedió. Los que estuvieron ahí: ¡felicidades!, lo podrán contar y platicar por años. Hablarán de las caras de la gente alrededor, de cómo vivieron cada gol, de si podían creer lo que veían. Los que lo vimos en vivo en una transmisión, hablaremos de dónde estábamos, dónde lo vimos, por qué canal, qué decían narradores y comentaristas. Al final, fuimos privilegiados, por eso hay que vivirlo y ojalá, muchos así lo entiendan. Hay que ver los partidos, hay que ir a los estadios.

Víctor Alvarado en Twitter: @vic