“No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida”.

Simone de Beauvoir

No ayudar a las mujeres afganas es un crimen

La marea negra de mujeres en burka inundando las calles de Kabul por la resistencia es desoladora. En 1990, una marcha de mujeres habría sido colorida y sin el pavor aferrándose a cada paso. El silencio auto impuesto que se rompió tendría que ser un escandaloso llamado a las naciones para intervenir. Con todo y los avances para los derechos de las mujeres durante las últimas décadas, más de 2.2 millones de niñas residentes en provincias dominadas por el Talibán no pudieron estudiar. Es inédito que, frente a los extremistas del islam, tantas mujeres salieran a protestar por su permanencia en las escuelas, las calles, los empleos y las libertades sociales más básicas.

La misoginia disfrazada de religión

La misoginia estructural disfrazada de religión promoviendo una guerra abierta contra todas no puede ni debe ser ignorada por los países que tienen tradiciones democráticas y solidarias hacia los desplazados, exiliados, refugiados y personas en riesgo. Así como el Presidente Lázaro Cárdenas abrió la puerta a miles de españoles que huían de la guerra y la dictadura franquista, con esfuerzos extenuantes y valientes como la expedición de poco más de 80 mil cartas declarando la protección del gobierno a los ciudadanos españoles en tránsito hacia México, así debe el Presidente López Obrador respaldar al pueblo afgano y principalmente, a las niñas y mujeres asediadas por un régimen de terror en el que no se puede confiar, como es que ha demostrado la historia, los hechos y los recientes acontecimientos.

Si es que el presidente de Estados Unidos Joe Biden dio abandono, silencio y un retiro de tropas en el peor de los momentos, brindar refugio, educación y protección es el mínimo moral que México debe brindar.

El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, también puede y debe actuar.

No basta la ayuda humanitaria, es urgente que un plan integral le demuestre al mundo que la política exterior de México es feminista también en las malas.

No basta que los representantes del Talibán hayan declarado en conferencia de prensa su respeto a los derechos de las mujeres, siempre “en el marco de la ley islámica”. Mientras avanzaban en su conquista territorial, aquellas provincias fueron perdiendo poco a poco las libertades ganadas. El borrado de publicidad con rostros de mujer, las acciones restrictivas en medios de comunicación, el vacío en las becas internacionales como Chevening, el silencio a las solicitantes de visas, las ausencias en trabajos y escuelas o calles por miedo a la represalía talibán demuestra que el terrorismo psicológico está presente y es otra forma de agresión. Peor. Demuestra el riesgo inminente de existir siendo mujer en Afganistán.

Recordar que cada escuela se ha convertido en un sitio religioso donde se enseña una extrema interpretación del Corán, en pleno 2021, remonta a la década de 1990 cuando el Talibán obligó a las mujeres a usar burka que las cubría por completo, incita a la formación de feminicidas en casa, los valida, los fortalece, los multiplica. Aquellos radicales, lejos de la autonomía de un país, fueron los que restringieron la educación para las niñas mayores de 10 años con castigos brutales como ejecuciones y mutilaciones públicas.

La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) ha publicado una lista que “ofrece solo un breve vistazo de las vidas infernales que las mujeres afganas se ven obligadas a llevar bajo los talibanes”. Muestra cómo es que los talibanes tratan a las mujeres peor que a los animales: “Mientras declaran ilegal encarcelar a aves y animales enjaulados, encarcelan a las mujeres afganas dentro de las paredes de su casa”. Las mujeres no tienen importancia a los ojos de los talibanes a menos que se ocupen de la gestación de niños, la satisfacción de las necesidades sexuales masculinas o las tareas domésticas penosas diarias”. “Los jehadis nos estaban matando con pistolas y espadas, pero los talibanes nos están matando con algodón”.

Mujeres afganas

La lista de prohibiciones es aterradora

Trabajar fuera del hogar. Pocas doctoras y enfermeras pueden trabajar en algunos hospitales de Kabul. Todas las demás profesiones quedan reservadas a los hombres.

Actividad de las mujeres fuera del hogar a menos que estén acompañadas de un mahram (pariente masculino cercano, como padre, hermano o esposo)

Tratar con comerciantes masculinos

Atendidas por médicos varones

Estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa. (El Talibán ha convertido las escuelas de niñas en seminarios religiosos donde enseñan la Sharía)

Obligación de usar un velo largo (burka), que las cubra de la cabeza a los pies

•Azotes, golpes e insultos a las mujeres que no vayan vestidas de acuerdo con las reglas de los talibanes, o las que no estén acompañadas de un mahram

•Si no tienen los tobillos cubiertos, se castigará con azotes en público

Lapidación pública a las mujeres acusadas de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio (tanto la mujer como el supuesto amante)

•Prohibición del uso de cosméticos. (A muchas mujeres con las uñas pintadas se les han cortado los dedos, los anuncios de cosméticos han sido ya cubiertos en apenas 3 días)

•Que las mujeres hablen o estrechen la mano de hombres que no sean mahram

Reír a carcajadas. (Ningún extraño debería escuchar la voz de una mujer, en general, se trata del borrado de las mujeres)

Usar zapatos de tacón, que producirían sonido al caminar (un hombre no debe escuchar los pasos de una mujer)

Viajar en taxi sin mahram

• Prohibición de la presencia de mujeres en radio, televisión o reuniones públicas de cualquier tipo (Algunos medios han vuelto a mostrar a presentadoras después de que el Talibán hablara de respeto a las mujeres)

Practicar deportes o ingresen a un centro o club deportivo

Andar en bicicleta o motocicleta, incluso con sus mahrams

Uso de ropa de colores brillantes. En términos de los talibanes, estos son “colores sexualmente atractivos”

•Prohibición de que las mujeres se reúnan para ocasiones festivas como los Eids, o con fines recreativos

Lavar ropa junto a ríos o en lugares públicos

• Modificación de todos los topónimos incluida la palabra “mujeres”. Por ejemplo, “jardín de mujeres” ha pasado a llamarse “jardín de primavera” (El borrado de la historia es real)

• Prohibición de que las mujeres aparezcan en los balcones de sus apartamentos o casas

Pintura obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no se vean desde el exterior de sus casas

• Prohibición de que los sastres masculinos tomen medidas de mujeres o cosan ropa de mujer

• Prohibición de baños públicos femeninos

• Prohibición a hombres y mujeres de viajar en el mismo autobús. Los autobuses públicos ahora han sido designados “solo para hombres” (o “solo para mujeres”)

• Prohibición de pantalones acampanados (anchos), incluso debajo de un burka.

• Prohibición de fotografiar o filmar mujeres

• Prohibición de fotografías de mujeres impresas en periódicos y libros, o colgadas en las paredes de casas y tiendas

Conducta obligada

Aparte de las prohibiciones, los talibanes han puesto condiciones estrictas sobre el uso del velo que están vigentes en todas las provincias dominadas rumbo a su final estocada en Kabul: la burka debe cubrir todo el cuerpo, la roba no debe ser delgada ni decorada o colorida, tampoco puede ser estrecha ni ajustada -para evitar que se marque la silueta y “provocar” a los hombres. Prohibido perfumarse, usar adornos, usar ropa que se parezca a la de los hombres o a la de las mujeres no musulmanas, usar prendas que produzcan sonido, caminar en medio de las calles, salir de casa sin el permiso de hombres, hablar o mirar hombres extraños. Si es que hablarán, deben hacerlo en voz baja y sin reír.

No al borrado, no al silencio. Sororidad internacional es recibir a una mujer refugiada en casa.

Por favor, México, no las dejes solas. Ellas están resistiendo en la guerra más larga de la historia: la de la misoginia sistematizada. -Así como las mexicanas y como todas, pero no de la misma manera-. Ser indiferentes no es opción.