La guerra entre Rusia y Ucrania continúa sin darse un respiro. A lo largo de más de tres años, desde aquel dramático 22 de febrero de 2022, cuando las tropas rusas, bajo el paraguas de la invasión denominada “operación especial”, cruzaron la frontera, ambos países han pagado con vidas humanas el coste de un conflicto bélico que parece no tener fin.

El gran castigo ha sido para los ucranianos. Si bien Ucrania, bajo el liderazgo del infatigable Volidimir Zelensky, ha sido capaz de plantar cara frente al dictador Vladimir Putin, miles de soldados y civiles ucranianos han muerto, mientras que niños se han quedado huérfanos como consecuencia del cruento conflicto.

Uno de los grandes componentes de la resistencia ucraniana han sido -hasta hace apenas unos días- los misiles “Patriota” suministrados por Estados Unidos, y que han sido clave en la destrucción de cohetes enemigos lanzados desde Rusia. Así fue acordado en el pasado entre Zelensky y el ex presidente Joe Biden con la anuencia del Congreso estadounidense. Gracias al suministro de estas armas de carácter defensivo, el ejército ucraniano fue capaz de reducir la devastación provocada por los ataques rusos sobre Kiev.

En este contexto, el presidente Donald Trump anunció hace unos días que Estados Unidos suspendería la venta de los cohetes Patriot. Lo hizo después de la reunión de líderes de los paises miembros de la OTAN que tuvo lugar en La Haya, Países Bajos, donde el mandatario estadounidense, fiel a su retórica anti atlantista, dejó en claro que su país no respondería obligatoriamente ante la invocación del artículo 5 del tratado.

En otras palabras, según se interpretan las palabras de Trump, el ejército estadounidense no quedaría comprometido a apoyar a alguno de los estados miembros de la OTAN ante una embestida por parte de un Estado u organización.

Las columnas más leídas de hoy

Cómo se esperaba, la decisión de Trump de suspender el envío de los misiles ha conducido a nuevos atraques de drones rusos sobre áreas civiles en Kiev, y podría esperarse -así lo estiman Trump y Putin- la rendición incondicional de Zelensky, lo que implicaría la cesión definitiva de los territorios del este de Ucrania y su compromiso de no buscar una futura adhesión de la OTAN.

En adición, Trump, en una abierta contravención del papel de los Estados Unidos como garante de la seguridad en Europa, se ha puesto del lado del dictador ruso; no solo por abandonar a Ucrania sino por haber exceptuado a Rusia de la lista de países obligados de pagar aranceles en sus exportaciones a Estados Unidos.

En suma, Rusia ha dejado sola a Ucrania. Al final, según se anticipa, Putin saldrá victorioso. La ex vicepresidente Kamala Harris, en aquel acalorado debate de 2024, habrá tenido razón.