Mientras Claudia Sheinbaum y Delfina Gómez presentaban con bombo y platillo su “estrategia conjunta” de seguridad para el oriente del Estado de México, una mujer era hallada embolsada en el kilómetro 51 del Circuito Exterior Mexiquense, en Nezahualcótl.
Sí, el mismo día. En el mismo municipio. En la misma zona que dicen venir a “rescatar”.¡Qué ironía!
Nos prometen mesas de coordinación, presencia de la Guardia Nacional, inteligencia artificial, atención a las causas y toda una retórica que suena bien en los discursos, pero que se estrella contra la realidad.
Porque la realidad no miente: feminicidios, desapariciones, cuerpos abandonados y comunidades que viven con miedo a plena luz del día.
La más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI lo confirma: 8 de los municipios con mayor percepción de inseguridad en el país están en el Estado de México.
Y no sólo eso: Ecatepec es hoy la segunda ciudad más violenta del país. No es percepción, es abandono institucional.
Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Neza, Toluca, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli y Valle de Chalco comparten algo más que cifras negras: comparten la ausencia total de estrategia. No han cumplido ni con lo más básico que exige la Ley de Seguridad estatal.
No hacen diagnósticos propios. No levantan encuestas en campo. No diseñan programas anuales de seguridad. Y lo más grave: no definen metas ni miden avances. Gobiernan sin brújula, sin evidencia, sin rumbo.
El resultado: un Estado de México que no sólo lidera en feminicidios, desapariciones y homicidios, sino también en desconfianza institucional.
La gente no cree en su policía, ni en su gobierno, ni en su justicia. Y cómo hacerlo, si la respuesta oficial frente al dolor y la violencia ha sido siempre la misma: minimizar, encubrir, o evadir responsabilidades.
Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aunque importantes, no alcanzan para entender la violencia con precisión quirúrgica. Cada municipio debería tener su propio sistema de información local, basado en evidencia, análisis y planeación territorial.
Pero eso no ocurre.
Lo que hay es improvisación, ocurrencias y simulación.
La Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública es clara: los gobiernos deben planear, definir objetivos medibles, evaluar resultados y garantizar la participación ciudadana. Pero en lugar de cumplir la ley, los gobiernos morenistas prefieren la narrativa del “vamos bien”, mientras los ciudadanos viven entre rejas, alarmas y miedo.
La propaganda no salva vidas
La violencia no se maquilla con espectaculares ni hashtags. Se enfrenta con datos, estrategia, prevención y transparencia. Y eso, hoy, no existe.
Las desapariciones, además, se han convertido en el tema incómodo de la gestión morenista. No se habla de ellas. No se priorizan. No se fortalecen fiscalías ni unidades de búsqueda. La tragedia se normaliza, se invisibiliza. Y eso también mata.
Hoy, el Edomex es un laboratorio de lo que no se debe hacer en materia de seguridad.
Una entidad en manos de gobiernos que confunden gobernar con simular. Que no sólo han fracasado, sino que han aprendido a vivir políticamente del fracaso.
Y hay que decirlo con todas sus letras: no hay diagnóstico, no hay estrategia, no hay resultados.
Mientras tanto, los ciudadanos caminan entre la paranoia y la desesperanza. Porque no hay nada más doloroso que saber que tu seguridad no es prioridad para quienes gobiernan.
Y en efecto, la seguridad es demasiado importante como para dejarla en manos de gobiernos que improvisan, niegan la evidencia o fingen que no pasa nada.
¿Hay salida? Sí, pero no vendrá de quienes han hecho de la inseguridad su zona de confort político.
Vendrá de una ciudadanía vigilante, exigente y despierta. Una ciudadanía que no se conforme con actos públicos vacíos, sino que exija diagnósticos serios, metas claras, y resultados verificables.
Recuperar la paz sí es posible. Pero no con palabras huecas ni con espectáculos oficiales.
Sólo será posible con voluntad, evidencia, profesionalización, evaluación constante y un enfoque territorial que entienda las raíces de la violencia.
Mientras eso no ocurra, seguiremos viendo lo mismo:
Miedo en las calles, silencio institucional y gobiernos que creen que seguridad es lo que sale en sus redes sociales.
X: @Alberto_Rubio