Y es que algo se cocina en Sinaloa. El Congreso del Estado admitió y dará trámite al juicio político al alcalde Jesús Estrada Ferreiro. Parece que sentará un hecho sin precedente en el granero de México. En el teatro, tras bambalinas se prepara la puesta en escena al levantar el telón. Lo que verá el público, pues. En política es igual. Se acuerda en una mesa lo que después sucederá públicamente. Nada es casual.

El edil de Culiacán es humano. Tiene defectos y virtudes. Sin excepción, todos los políticos son así. Los que los hace diferentes a unos de otros son sus ‘pecados’. Y los pecados de Estrada Ferreiro son “fatales”, para un individuo que se dedica a la política. Nada cava una tumba política tan rápido como la soberbia y la tozudez. El presidente municipal de la capital del estado padece ambas. Pero los pecados son expiados si hay arrepentimiento. ¡Aún está a tiempo!

Jesús Estrada Ferreiro ha hecho una carrera reconocida como abogado litigante. Sobre ese mantra ha edificado su modus vivendi et operandi. Para él, todo se reduce a ganar o perder. Siempre agotando todas las instancias. Es un litigante de la vida, todo es pleito. Pareciera que omite la política de consenso. Olvida que hasta en el litigio hay mecanismos de resolución de conflictos alejados de la necesidad de un veredicto final.

Este contexto ha llevado al presidente culichi a un juicio político. Los diputados de su propio partido han admitido el mismo. En Morena hay canibalismo político. Hay hordas salvajes dispuestas a devorar a sus iguales con tal de acortar la fila de espera de acceso al poder. Morena también tiene políticos de acuerdos, que suman, edifican, construyen. Estrada tiene dos caminos para elegir. La confrontación o el consenso.

El pasillo cuenta que los problemas del alcalde capitalino no se reducen solamente al proceso que enfrentará en el Congreso local. Tiene otros frentes abiertos, que pudieran agudizarse en momentos de horas bajas como este. A Estrada Ferreiro le pueden estar atizando el horno. Algo se esta cocinando. Lo acusan de muchas cosas. Y es casi seguro que no sea inocente.

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El horno no esta pa’ bollos. López Obrador tiene suficientes problemas como para lidiar con el juicio político de un acalde en un estado como Sinaloa. ¿Por qué? Porque Sinaloa no está en crisis. El gobernador navega en aguas tranquilas. El presidente no. Rocha Moya tiene tranquilidad en el estado. AMLO lidia con toda una nación. El asunto del juicio político es un tema de desequilibrio aislado que puede dirimirse en lo local. Es decir, el presidente de la República no se va meter en este asunto.

Los avisos están dados. Huele a azufre del infierno político que se le viene. El edil culiacanense se ve acorralado. El resultado será el que los diputados manden. Se asumen como pretorianos que quieren ver correr sangre. Pareciera que lo único que tiene que hacer el presidente municipal, es acordar con el jefe político en el estado. Él lo sabe.

El gobernador Rubén Rocha Moya entiende bien la política. Sin poses y abierto. Con la pericia de quien se sabe con la experiencia. Le endilgaban un gobierno convulso y con crisis política. La realidad es otra. Los problemas políticos del gobernador no son tales. Además, tienen nombre y apellido.

El primero es el caso que abordamos. El segundo, despacha en la secretaría de salud de gobierno del estado. Disminuidos ambos. El primero con un juicio político que podría acabar muy mal para el alcalde. El segundo, con su partido político minado por la constante y cada vez más relevante renuncia de militantes de peso. Alcaldes y diputados dejan el Partido Sinaloense cada vez más solo.

Por Estrada Ferreiro, en Sinaloa está humeando el tizón… y no miro más que un paso de la caldera, al infierno.

Vanessa Félix en Twitter: @Jvanessafelix