En días pasados publiqué “Reformemos CONARTE” (14/6/21). No fue un documento rector, ni un manifiesto: fue un artículo.

Ahora añado los siguientes puntos: yo creo en la democracia participativa. Mientras más opinemos sobre las cosas que nos interesan a todos, mejor. El problema es que en Nuevo León cada vez que se propone algo, por mínimo o modesto que sea, los demás le buscan el trasfondo interesado. Yo bauticé esto como “el trauma de buscarle tres pies al gato”.

CONARTE destina 70% de su presupuesto al gasto corriente. El resto se destina a los programas culturales. Los clásicos de la administración pública señalan que el gasto operativo no debe exceder 30% del presupuesto.

No podemos seguir promoviendo la cultura en Nuevo León con 173 millones de pesos de presupuesto. Nuestro estado no merece estas migajas (¡pero cuidado, tampoco es una bicoca!). Si 70% del recurso se va a gasto operativo eso significa que alimentamos un aparato público cultural muy gordo con apoyos a los creadores locales muy flacos.

La culpa de este desbarajuste dietético la tiene la legislación vigente.

El statu quo mejoraría con una Ley General de Cultura y de Derechos Culturales para NL, empatada con la ley federal de esta misma materia.

También deberíamos legislar para crear la Secretaría de Cultura de NL que integre un consejo deliberativo, donde estén representados todos los sectores artísticos y culturales, democráticamente, con poder de decisión.

Finalmente legislemos una Ley de Espacios Culturales Independientes donde quede claro que el Estado no gobierna la cultura; más bien la promueve.