Es el único de los pocos consejos reales que dio el Dr. López-Gatell durante lo que llevamos de pandemia de covid-19, que se ha convertido en parte no solo del hábito, sino también de la misma ideología con que se están conduciendo muchos funcionarios y altos mandos del partido en el poder.

En Morena, cada que pasa algo grave, cada que alguien equivoca, o cada que quedan exhibidos como pasó el pasado fin de semana con sus elecciones internas, nadie saca el pecho, al contrario, lo único que saben hacer es lavarse las manos.

Grave que desde el partido del Presidente López Obrador, hoy que todavía existe una figura de autoridad en el mismo, el mensaje que se está enviando a la población es el de la impunidad total, el del famoso “no pasa nada”, el de la negación a lo evidente, el de los golpes de pecho, el del auto engaño, y el de la cero auto crítica y tolerancia.

No solo son las decenas de videos y pruebas que se han compartido en redes sociales las que han puesto en evidencia el despilfarro, las triquiñuelas, la violencia y la falta de equidad, en un proceso en donde todo mundo metió manos, pies y todo lo que pudo, porque no hubo autoridad alguna que evitara esto.

Militantes, algunos destacados y de cepa como John Ackerman, diputados, funcionarios, no importa, muchos sufrieron los embates de los suyos y probaron una cucharada de su propio chocolate.

Una auténtica guerra de tribus que solo confirma lo que ya se sabía, que es imposible que la reforma electoral del presidente pase, y que se desaparezca a un instituto que hasta el día de hoy, les guste o no, da mucho mayores garantías para cuidar nuestra democracia, que lo que pueda y deba hacer el gobierno en turno.

Pero todo este desgaste que pudiera ser innecesario, es solapado desde Palacio Nacional, no sabemos si por soberbia, por comodidad o por estrategia.

Pero por más popular que siga siendo el Presidente, los errores de los suyos, los pleitos internos, los resultados y cuestionamientos hacia su gobierno y los perfiles que han ido sumando a lo largo de los años, les terminarán mermando en su proyecto sucesorio de 2024.

López Obrador necesita enviar un mensaje claro y contundente al interior de su mismo partido, necesita empezar a encontrar responsables y a ponerle fin a esa tolerancia a los errores que sus cercanos y no tan cercanos han cometido en el pasado y presente; para que solo así, el partido pueda tener vida mucho después de que el se vaya.

Hoy eso parece muy poco probable, porque como en muchos casos como el de la línea 12, las cuentas multimillonarias que no cuadran de Segalmex, los resultados negativos en seguridad, el controvertido manejo de la pandemia, la violenta elección de Morena, entre muchas otras cosas más, seguirá reinando la impunidad total, porque mientras no haya ningún presunto responsable, todos seguirán actuando a rienda suelta y sin medir las consecuencias.