En estos tres años, sin que el presidente haya pasado por mi consultorio para recibir atención psicológica alguna, he visto y he detectado detalles de su personalidad muy claros y muy reveladores.
Hay rasgos de la personalidad que son muy evidentes en los seres humanos. Otros se matizan mejor y de plano otros más se esconden en lo profundo del inconsciente y no salen a la luz ni se muestran, pero ahí están, como una bomba a punto de explotar todo el tiempo.
Cabe aclarar que todos, absolutamente todos tenemos múltiples rasgos de personalidad: unos más positivos, otros menos positivos y más dañinos y ahí vamos todos por la vida tratando de lidiar con ellos para que pasen desapercibidos o bien en un punto de quiebre se terminan dejando ver claramente ante los demás, todos tenemos esos lapsos de neurosis o esos momentos en donde podemos llegar a explotar.
Pero quedan ahí, en “corto”, porque no somos figuras públicas ni personas famosas ni nos conocen millones. Tampoco estamos expuestas a cadena nacional diariamente, durante casi dos horas hablando ante muchísima gente y con los ojos de miles sobre nosotros.
Pero el presidente sí se expone todo él, todo el tiempo , todos los días, ante millones. Intentará controlar, como todos, la batuta de lo que él quiere transmitir por un rato o la manera de comportarse, pero tarde que temprano le aflora la verdadera personalidad, ese rasgo que ya no puede fingir ni disfrazar, ese rasgo de carácter que no es que una psicóloga como yo analice sin fundamento. Él aflora esa personalidad que todo mundo ve y opina y llega a las mismas conclusión: el presidente tiene una parte oscura, como todos, pero él la expone todos los días en la mañanera, ya sin mucho filtro cada vez más .
Ha quedado revelado que el presidente es ciertamente vengativo. ¿Qué lo llevó a desprestigiar a la periodista Carmen Aristegui en cadena nacional con ese coraje, con esas ganas literalmente de hundirla y de dañarla? No lo sé. Leo que es porque tuvo de invitado a Lorenzo Córdova en su programa radiofónico y eso AMLO lo tomó como una gran traición.
Sea lo que haya sido que a López Obrador haya hecho enojar tanto, por todo el buen trabajo de Carmen durante años —que Andrés Manuel claramente utilizó para fortalecer a Morena y sus aspiraciones presidenciales—, ella, antes del regaño público, mínimo merecía haber recibido una llamada de teléfono o un mensaje donde el presidente le expusiera su decepción, su desilusión y su desaire y ahí se hubiera resuelto todo.
Pero el presidente siempre va más allá de todo, como dice la canción, y no quiso que esto se quedara así. Entonces en cadena nacional dijo que Carmen Aristegui era una periodista de la mafia del poder, de esas periodistas pagadas y manipuladas, sin credibilidad. Es decir, la golpeó. La noqueó. Quiso vengarse el presidente y se vengó.
Con todo el aparato político, con recursos públicos, con micrófonos y cámaras dispuestas para ello.
Carmen, quien también tiene micrófonos para defenderse, dijo que lo único que siempre ha intentado el presidente, e intentó en esta ocasión, fue dañar. Y pues sí. Eso es lo que AMLO quiso.
Carmen, por sus excelentes reportajes de tantos años, no se merecía ese trato y ese golpe por parte de un jefe de Estado, por parte de un presidente al que diario se le reportan cifras de periodistas mexicanos muertos, por parte de un hombre que se dice humanista e incapaz de dañar a nadie.
Carmen sostuvo que es grave que un mandatario haya actuado de esta manera. La misma Carmen estaba muy sorprendida y hasta desilusionada. Y creo que muchos de los allegados del presidente ya habrán entendido el mensaje: o siguen cuadrándose ante él o verá la forma de vengarse.
Un presidente vengativo ni duda cabe. No es lo que México necesita.
El manejo de las emociones del presidente.. cada vez se le desbordan más y más. Yo insistiría que él merece y necesita terapia, como todos necesitamos un espacio en donde poder hablar, desahogarse, donde pueda resolver todos estos enojos, porque la mañanera no es un diván.
La mañanera ed un espacio que le pagamos todos con nuestros impuestos para que informe sus actividades, —y digo: informa a diario porque él quiere; por mí que no informara nada, no todos los días—, pero no es un espacio para que vierta ahí sus resentimientos, porque después de hacerlo podrá sentir esa especie de satisfacción que sientes cuando piensas que te vengaste, pero siendo presidente de una nación, nos deja a miles preocupados y temerosos por su forma de proceder.
Ojalá algún día me leyera. Es cuánto.