Hace unos meses, Ricardo Monreal salió de su oficina con dos fotografías cuyo valor sentimental tiene mucha importancia para él. Una fue la de Benito Juárez, y la otra, el Santo Niño de Atocha. Cuando ese momento aconteció, el zacatecano partía a una misión clave de su carrera política: conquistar la coordinación de los comités de la defensa del voto. O sea, convertirse en el abanderado a la presidencia y futuro sucesor del presidente López Obrador. De hecho, luchó hasta el final; en cada uno de sus recorridos se entregó al máximo y, a pesar de la posición en que quedó, levantó la mano de Claudia Sheinbaum reconociendo el resultado.

Él, de hecho, dijo que honraría su palabra de reconocer a quien resultara ganador. Desde ahí inició una nueva etapa o encomienda para Ricardo Monreal. Por su capacidad y trayectoria, fue nombrado por Claudia Sheinbaum, coordinador de planeación y logística, una tarea crucial para apuntalar el proceso de campaña. Aunque, de pronto, se especuló mucho su regreso como Senador de la República. Esa decisión, en mi opinión, no se debió a los cuestionamientos que lanzó Alejandro Rojas Díaz, suplente del zacatecano. La clave, estoy seguro de eso, fue la lista de pendientes e iniciativas que presentará el presidente López Obrador en la primera semana de febrero.

Eso se confirmó ayer cuando —por unanimidad— los senadores eligieron a Ricardo Monreal, por segunda vez consecutiva, líder de la fracción de Morena. De acuerdo con esa perspectiva, eso obedece a la confianza que siempre ha depositado el presidente en él. Además de ello, Claudia Sheinbaum, heredera del bastón de mando, considera al zacatecano como una pieza fundamental del engranaje. Por ese motivo, no solamente fue una decisión colectiva de los legisladores, sino un voto de confianza de los referentes del movimiento lopezobradorista. Su reciente nombramiento es la prueba más contundente de lo que significa la trayectoria de Monreal.

Nosotros, desde este espacio de opinión, todo el tiempo auguramos esa concepción en vísperas de que Eduardo Ramírez, figura que entrega el bastón de mando legislativo, tomara la decisión de separarse de su cargo para ir en busca de la gubernatura de Chiapas. Todo apuntaba a ese hecho. Es más, siempre fue obvio, especialmente por los buenos resultados que entregó Monreal en la primera etapa de su gestión. Su reciente nominación, de hecho, ha centrado la atención precisamente en eso: continuar profundizando las políticas públicas que, al final de cuentas, son relevantes para el desarrollo del país.

Eduardo Ramírez hizo un papel fundamental; mantuvo a la fracción cohesionada y fue un buen interlocutor con el ejecutivo federal para coordinar los trabajos, en especial las prioridades que requieren mayor atención. En términos generales, “El Jaguar”, como lo conocen, entrega buenas cuentas antes de partir e ir en busca de la gubernatura de Chiapas. Por eso el desenlace no pudo ser mejor. El retorno de Monreal, con el marco perfecto de unidad, muestra una fracción fuerte y sólida para trabajar bajo el liderazgo del zacatecano. Incluso, tener un referente de esa naturaleza es necesario y valioso para coronar un sexenio que, para la historia, representa un precedente importante.

Eso no se originó de la noche a la mañana. Costó mucho trabajo llevar a cabo todas las reformas constitucionales. Es verdad, Monreal lo hizo posible, sin embargo, tras bambalinas, tuvo que dialogar y conciliar con todas las fuerzas. Además de ello, se apegó a las inquietudes de cada una de las fracciones políticas que integran el pleno. Por ese motivo regresó. Él, para temas legislativos y políticos, es el mejor operador que hay en nuestro país. Sin duda, le será un año redondo; ayudará a Claudia Sheinbaum a ganar la presidencia de la república y, de paso, dará el máximo para lograr que las iniciativas del presidente lleguen a buen puerto.

Por esa razón su regreso tiene mucho sentido. Es y seguirá siendo el único líder de los senadores de Morena. La mejor forma de entenderlo es con su retorno.

A propósito, qué razón tuvo Monreal al mencionar que: “no hay que acostumbrarse a los puestos ni a los cargos sino dedicarse con amor a los encargos”