El Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) está en la encrucijada de aguantar o de reventar. Yo apuesto por que aguante y salga fortalecido de esta coyuntura. No por los comisionados, no por la oposición, personajes y partidos, que por años se opusieron a la transparencia, pero que ahora la defienden porque así conviene a sus intereses políticos. Que el INAI resista por la ciudadanía que tiene derecho a acceder a la información pública y a que sus datos personales sean protegidos.

Ni tanto que queme al Santo, ni tanto que no lo alumbre. El INAI no es una simulación, un fraude o un gasto inútil como afirman los voceros del gobierno. Tampoco es una institución perfecta, ajena a intereses políticos y personales. Es una institución en proceso de construcción y consolidación. Fue diseñado para recomendar, no para sancionar. Su integración fue un reparto de cuotas entre partidos, de acuerdo al modelo de concertacesión del PRI y del PAN, donde al PRD le correspondía un espacio de vez en cuando.

El INAI podría ser más austero y mejor organizado; ser más cercano a la gente y más distante del poder; los comisionados podrían haberse bajado los salarios, pero no lo hicieron; sin embargo, es la institución que garantiza el ejercicio de uno de los derechos fundamentales para la democracia.

En este sexenio se desperdició una excelente oportunidad para fortalecer al INAI. La política real se impuso. La polarización, los intereses y las estrategias políticas lo impidieron. No hubo visión ni voluntad para aprovechar la oportunidad. Lastima.

El INAI es un órgano constitucional autónomo, AMLO no tiene los votos para eliminarlo. El Pleno del INAI no puede funcionar por la falta de tres integrantes, pero su existencia es constitucional.

El Senado tiene la obligación de realizar los nombramientos, pero de no hacerlo no hay sanción. La Suprema Corte de Justicia de la Nación puede instruir al Senado realizar los nombramientos, pero si está en receso no puede cumplir la instrucción de la Corte. Puede iniciarse un juicio político, pero eso va en contra de los senadores, no a favor del INAI.

El INAI tiene frente así la disyuntiva de aguantar o reventar. En el mejor de los escenarios, el Senado de la República nombraría a los tres comisionados faltantes en los pocos días que restan del actual periodo ordinario o en un periodo extraordinario. En el peor, hasta 2024 la nueva legislatura realizaría los nombramientos. El tiempo es fundamental. De aquí a septiembre de este año, el tiempo juega a favor del Gobierno. De septiembre en adelante a favor del INAI.

No hay quorum para sesionar. No pueden votarse resoluciones o aprobarse el presupuesto y otras funciones exclusivas del Pleno. Sin embargo, los cuatro comisionados pueden seguir atendiendo la inconformidades de los ciudadanos y hacerlas públicas. En suma, pueden legitimar la existencia y justificar su permanencia como órgano autónomo del Estado mexicano. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.