En la política, como en la vida, hay gestos que dicen más que cualquier discurso. Esta semana, uno de esos gestos vino desde Palacio de Gobierno, donde el secretario general, Miguel “Mike” Flores Serna, convocó a todos los diputados federales de Nuevo León a sentarse a dialogar. El objetivo era claro: construir una agenda común por el bienestar del estado, más allá de siglas partidistas y cálculos electorales. Y aunque la mayoría acudió al llamado, el desaire vino del mismo lugar de siempre: las bancadas del PAN y del PRI, cuyos legisladores decidieron quedarse fuera por una mezcla de capricho, ego y cortedad de miras.
Lo curioso es que esta no era una reunión de trámite. Era, de hecho, una oportunidad real para influir, escuchar, coordinar e impulsar políticas públicas que beneficien a millones de neoleoneses. Los temas sobre la mesa eran de alto calibre: seguridad, movilidad, inversión federal, justicia. Pero para el PAN y el PRI, fue más importante el protagonismo de su dirigencia que la voz de los ciudadanos. La vieja política, disfrazada de dignidad, sigue jugando a perder.
Lo que sí quedó claro fue la capacidad de liderazgo de Mike Flores. Sin estridencias, sin polarizar, sin recurrir a la confrontación, el secretario general ha tejido en pocas semanas puentes que antes parecían imposibles. Morena, el PT, el Verde, Movimiento Ciudadano e incluso parte del PRI respondieron al llamado. No hubo discursos vacíos ni promesas grandilocuentes. Hubo disposición a trabajar, a encontrar puntos en común, a dejar atrás la lógica del todo o nada.
Y es que Flores Serna entiende que gobernar en un estado tan complejo como Nuevo León requiere algo más que buenos discursos: se necesita generar consensos, escuchar a todos, saber cuándo ceder y cuándo presionar. Esa es la diferencia entre administrar y liderar. Mike no sólo convocó: construyó un espacio político donde incluso las diferencias ideológicas encontraron cauce institucional. Y eso, en estos tiempos, es ya una victoria.
La escena se vuelve todavía más paradójica si se recuerda que apenas unos días antes, el alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza —uno de los principales rostros del PRI en el estado— compartía estrado con el gobernador Samuel García para anunciar la interconexión vial Monterrey–San Pedro. Civilidad, le llaman. Responsabilidad también. Entonces, ¿por qué los diputados de su mismo partido no pueden replicar ese ejemplo?. La política útil no se construye con berrinches ni ausencias estratégicas. Se hace con presencia, con responsabilidad y con visión de futuro. Y en ese terreno, Mike Flores les acaba de dar una lección. La puerta está abierta. El que no quiera entrar, que no culpe al anfitrión.