Los debates de los candidatos de Jalisco y Ciudad de México muestran que las elecciones son más inciertas de lo que se piensa. Ha pasado mucho tiempo con la atención centrada en la contienda presidencial, particularmente ahora cuando Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se perfilan a disputar la presidencia en una circunstancia muy diferente a la muestran los estudios de intención de voto.

El tema es la situación real de la competencia, pero también las condiciones para que las elecciones se realicen con razonable normalidad, contra la que conspiran tres asuntos. Primero, el dominio del crimen organizado en amplios territorios del país, 20% para unos, el doble para otros. Cabe destacar que 25% de casillas irregulares son suficientes para anular la elección presidencial y 20% para la de legisladores. El gobierno y su candidata afirman que las cosas están bien; en el INE hay división y en el Tribunal preocupación.

El segundo aspecto que va a contrapelo de la normalidad de los comicios es el intervencionismo del presidente y con su ejemplo, el de subordinados y gobernadores afines. El piso está disparejo y hay una elección de Estado en la que se utilizan los recursos públicos; el presidente interviene una y otra vez para cargar los dados, y el financiamiento y los recursos humanos provenientes del gobierno hacen recordar al país de antaño, sin respeto al voto ni elecciones justas. No es el golpe de Estado técnico lo que debe preocupar, sino que el presidente violente la normatividad electoral y que el INE sea ineficaz para contenerle.

El tercero es el efecto combinado del interés y del miedo que se expresa, en unos, con la llamada cargada y en otros, con la omisión y la autocensura. Las élites del país, con excepción de la iglesia católica y un sector de los intelectuales y medios, han jugado un papel deplorable en la defensa de la legalidad y la democracia, lo que lleva a pensar que los pueblos tienen el gobierno que sus sectores de privilegio permiten y avalan.

La contienda local exhibe la descomposición profunda del país. Como dice Félix Salgado Macedonio, los resultados del 2 de junio anticipan un triunfo arrollador en su estado. Él ganará con al menos 60% de los votos en una entidad gobernada por el mosaico de grupos criminales y con una población en el abandono por sus autoridades. Guerrero no es excepción; Zacatecas, Michoacán, Chiapas, parte de Sinaloa, Sonora, San Luis Potosí, Oaxaca, Puebla y Estado de México andan en las mismas. Donde manda el crimen están los votos y las esperanzas de Morena y sus candidatos. Si no hay pacto con el crimen organizado, bien que lo parece; o al menos un entendimiento que se robustece con la política de abrazos no balazos.

A pesar del clientelismo, la parcialidad de sus autoridades y la manipulación en la Ciudad de México, la ciudadanía tiene el potencial de minimizar sus efectos corruptores, si participa de manera relevante. Las posibilidades de que el oficialismo sea derrotado en la elección de ejecutivo local es más probable que en la contienda presidencial. Esto hace pensar que el efecto de la competencia local, más cerrada que la elección presidencial, muestra que no habrá día de campo para Morena. Las elecciones de la ciudad de México y Jalisco y sus campañas así lo revelan. El voto de las zonas densamente pobladas, como en 2021, favorecen a la oposición y contribuyen a la competencia; consecuentemente, a la incertidumbre en la elección presidencial.

Ambos encuentros dejan en claro cuatro conclusiones: primero, el oficialismo cuelga de Claudia Sheinbaum y López Obrador, sus principales activos; relevante porque éste va perdiendo ascendiente y Claudia no muestra fortaleza propia. Segundo, la oposición actúa como si fuera una elección cualquiera, sin denunciar que se trata de una elección de Estado, relevante para la CDMX el uso político de la justicia penal y el espionaje. Tercero, Jorge Álvarez Máynez no existe ni en los candidatos de MC; su campaña será meramente testimonial. En Jalisco sus candidatos locales ganarían y en CDMX, aún con el buen desempeño de Salomón Chertorivski, no es opción. Cuarto, los comicios locales presentan una competencia cerrada e intensa; su proyección a nivel nacional tiene el potencial de llevar a la oposición a la mayoría en el Congreso y de continuar los escándalos, así como los errores de AMLO y las omisiones de Morena, podrá esperarse una cerrada competencia en la elección presidencial.