Marcelo Ebrard Casaubon, el hoy exitoso canciller del gabinete del presidente López Obrador, tiene un origen salinista. A diferencia de su mentor Camacho, este último no tan identificado con el dogma neoliberal como Ebrard mismo. Después de la caída en desgracia de Manuel Camacho y Ebrard, luego del berrinche por no haber resultado el ungido como el sucesor de Salinas, abandonaron el PRI creando un partido político (Partido de Centro Democrático, PCD) que tuvo vergonzosos resultados en las urnas, perdiendo a la primera oportunidad su registro ante las autoridades electorales de entonces. Hoy, hay dos personajes (Ebrard y Monreal) que, según ellos, muy astutos, se escudan en ese tan falto de definiciones claras, sitio de la geometría política; el “centro” resulta pues el eufemismo ideal para no comprometerse con proyecto de nación alguno, pero eso sí, aparentemente quedando bien con todas las fuerzas y actores políticos, excepto con el pueblo, es de decir, lo más importante: los electores.

Vivo en Guerrero, y aquí se le ve a un personaje, un insaciable y narcisista millonario tropical (cercanísimo a Ebrard y que apoyó al PAN en las elecciones de 2018) que recorre febrilmente todo el estado, organizando mítines y “comités pro Ebrard al 2024″, en cuyos actos, muy poco nutridos y más aún desangelados, prevalecen las caras largas de los asistentes, con la atención de algunos en sus teléfonos, otros platicando entre ellos, algunos incluso de plano ya dormidos. Y es que ese es justo el entusiasmo que provoca Marcelo en el pueblo, así se esfuerce por ser gracioso en sus TikToks. Marcelo Ebrard es, sin duda, un excelente canciller, y se desempeñará con idéntica eficiencia y eficacia en cualquier otra cartera del gabinete en sexenios venideros, pero ojo, por más que lo disimule, es adicto al dogma neoliberal; como presidente no nos extrañe replicará lo que hizo con el tramo que le tocó a él construir del segundo piso del Periférico, es decir, hacerlo de cuota, o de plano lo que intentó hacer Mancera: concesionar toda la mega obra a privados; así, seríamos testigos de un duro golpe a lo público en favor de lo privado, entreguismo de nuestros recursos naturales incluidos, sumando de nuevo a una abierta intención de diluir al Estado mexicano.

Afortunadamente, el fantasma de un retorno de un neoliberalismo rapaz disfrazado de un nebuloso “centro” luce ya cada día más lejos, al ir tomando importante distancia Claudia Sheinbaum en las encuestas. Y la tercera opción, Adán Augusto, un hombre de Estado con formación académica en la Francia progresista, y originario del mismo terruño de AMLO y el universal poeta Pelicer: Tabasco. Por lo anterior, en el escenario de que (para el proceso electoral 2024) los números del titular de Segob no suban, este lo más seguro es que se sume al proyecto que representa sus convicciones, origen y formación universitaria, es decir, la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, dando por hecho la palabra empeñada ya en varias ocasiones, explícita y públicamente en el sentido de que NO abandonará el lopezobradorismo en caso de no ser favorecido por las encuestas del partido Morena que decidirán al candidato presidencial.