La guerra en Ucrania ha provocado efectos económicos alrededor del mundo. Derivado del embargo impuesto por los Estados Unidos al petróleo ruso, los costos del crudo han aumentado exponencialmente hasta situarse alrededor de 120 dólares el barril. Según algunos analistas el precio podría colocarse, si Europa decide hacer lo mismo, hasta los 200 dólares.

¿Qué efectos podría tener esta alza en México? Recordemos el caso especial de nuestro país. Si bien México es exportador de crudo, el país importa las gasolinas procesadas. Es por ello que, ante un alza exponencial de los costos del petróleo, los precios de la gasolina podrían aumentar hasta límites no conocidos. Así ha sido el caso de los Estados Unidos, donde el costo del combustible regular ha superado los 4 dólares el galón.

Ante la amenaza de un alza en los precios, y con ello, una afectación a los bolsillos de los mexicanos, el presidente AMLO anunció el pasado martes que el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda, aprovecharía los excedentes petroleros obtenidos por el alza de los costos del crudo para subsidiar los combustibles; ello con el propósito de atenuar un incremento mayor de los precios de las gasolinas.

Este excedente petrolero evoca el boom petrolero de finales de los años setenta e inicios de los ochenta, cuando México, en aquellos tiempos bajo el presidente José López Portillo, desaprovechó los ingresos petroleros, y en vez de utilizar esos recursos frescos que ingresaban a las arcas públicas, fueron destinados a gasto corriente, dejando pasar un periodo que pudiera haber sido una época propicia para el lanzamiento de proyectos de infraestructura que beneficiasen el país.

Conviene recordar, empero, que México, desde la reforma hacendaria formulada durante el gobierno de Peña Nieto, fue capaz de iniciar un proceso de “despetrolización de la economía” mediante la aplicación de nuevas recetas fiscales. Sin embargo, derivado de fallas estructurales del Estado, el país depende aún en gran medida de los ingresos petroleros.

El problema es más complejo ahora. Si bien se antoja certera la opción de subsidiar los combustibles (como he mencionado, con el excedente petrolero) para evitar un golpe duro contra la economía familiar de los mexicanos, recordemos que todos los organismos internacionales (incluida la OCDE) han recomendado durante años detener los subsidios a los combustibles fósiles. En su opinión, se trata de una política regresiva, pues beneficia principalmente a los mayores consumidores de gasolina, léase clases medias altas, e incentiva, a la vez, el uso de transporte contaminante.

Sin embargo, ante el panorama actual, la Secretaría de Hacienda, bajo Rogelio Martínez de la O, frente a la decisión de detener el espiral de los costos de los combustibles, deberá plantear seriamente las consecuencias de tal política.

Yo cuestiono ¿deberán subsidiar la gasolina en vez de dirigir esos excedentes petroleros a proyectos de infraestructura tan urgentemente necesarios para el país? ¿o vale la pena detener, con cualquier medida, el auge inminente de los costos de los combustibles? Será una decisión complicada que ha caído en menos de expertos. Confiemos en el buen juicio y experiencia de los hombres y mujeres que integran la Secretaría de Hacienda; y que sus decisiones estén basadas bajo razonamientos económicos que busquen beneficiar el interés público. No hay lugar para apasionamientos o decisiones de corte ideológico.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4