Las y los estudiantes le dan sentido y vida a la universidad

Un grupo de 81 entusiastas maestras y maestros mexicanos de educación básica, bachillerato y superior realizamos, en verano de 2008, un viaje a España para participar en un diplomado sobre educación, organizado por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en coordinación con el Tec de Monterrey, la Asociación de Bancos de México y otras organizaciones civiles, que proporcionaron becas completas para llevar a cabo esa estancia académica durante tres semanas.

Al regresar a México, luego de esa breve, pero intensa, estancia académica en la UAM, escribí esto que en su momento quedó como un texto inédito:

Las fiestas de Madrid

(Retablos para mis amigos, maestros y maestras,

compañer@s de viaje, Bécalos 2008).

I

El campus, la gran urbe…

En la ciudad universitaria de Madrid no hay fiesta,

ni música, ni canto porque es verano...

Don JuanJo, concesionario de la cafetería en la Facultad,

se queja porque no hay estudiantes en los comedores-bares del campus.

“Pero ya llegaron ayer los estudiantes mexicanos”, dice Guillermo, “que traen la fiesta en la sangre, como las copas de vino tinto… Tienen el ritmo, la música, la poesía y el canto a flor de pie.” “Y si no lo cree, compañero, vea cómo hacen bailar al Rector Gabilondo en el jardín, frente a su oficina…”

“Ay, ay, ay-ay, canta y no llores,

porque cantando se alegran,

cielito lindo, los corazones…”

II

Fiesta y caminos nocturnos.

Nadie siente el paso veloz de los relojes.

Y es que también trabajan a marchas forzadas,

porque los mexicanos tenemos el tiempo atrás de 7 a 8 horas.

Y sin parar, vamos al taller con el palpitar de los corazones

y los horarios de comida sin tregua.

Porque el día se divide en tres partes,

y la tarde se hace infinita…

Las tres de la mañana en nuestro reloj “natural” y nada, es hora de conferencia.

Luego, todo queda trastocado por la noche de Madrid.

Son las 10 de la noche, y nada… la hora nacional está lejos de aquí.

No hay sonido de campanas, ni de motores viejos…

Sólo el reloj de la estación del tren…silencioso: “dirección Parla…”

“Hoy no hay parada en Nuevos Ministerios…”, dice la voz femenina de la bocina.

Empieza la fiesta, ¿vale?

III

La fiesta de los libros

Al día siguiente, en la estación de Cantoblanco Universidad,

los pasillos están semivacíos, salvo por la presencia de una pareja de niñas

que festejan el fin de la escuela secundaria. Los libros están de fiesta.

IV

La vida es brava, dice el torero.

Es mejor caminar junto a la muerte que vivir en la miseria.

Porque caminar junto al toro es, en efecto, andar al lado de la muerte.

Así se juega en Madrid con el arte y con la fiesta brava.

Pero la muerte también camina con nosotros en México, le dije al escritor.

Pueblos que lloran y ríen junto con la figura de la parca,

que susurran a gritos:

“Aquí estoy, ven por mi, si puedes…”

“No es graciosa huida, sino apasionada entrega”,

diría don Pepe Alameda.

La muerte cabalga por los caminos de Madrid.

Es un modo de vida.

Nadie le teme, salvo que en verdad se aparezca.

Ahí está, sutil, en los carteles del aeropuerto Barajas que,

con una leyenda escalofriante recibe al visitante con el título:

“Personas huidas de la ETA”,

con sendas fotografías de jóvenes entre 20 y 30 años de edad,

hombres y mujeres, con miradas extraviadas,

como jugando a caminar con la muerte en vida.

V

La fiesta de los trenes.

No hay casas viejas en las cercanías,

es la estación de “Tres Cantos”,

donde sólo hay unas piedras que, en silencio,

como testigos y cómplices del atardecer,

están ahí viendo pasar a los trenes que están de fiesta,

con sus trajes largos y zapatos nuevos,

con olor a pólvora de Guerra Civil.

También están ahí, como tribuna,

los depósitos de bebidas frías,

el zumo de naranja, las barras de chocolate,

las bolsas de papas y los panes,

y unos cigarrillos a medio fumar, en el piso,

como grillos madrileños sin mayor discurso,

salvo el viento de fondo

que descansa como fantasma.

VI

Se acabó la fiesta

“Caminante no hay camino…

se hace el camino al andar…”,

canta el poeta catalán, Joan Manuel,

en tierra que no es del Mediterráneo,

en tierra que pertenece a la política,

al vino rojo; a los libros y los monumentos,

a la plaza de toros,

a la corona, y al tributo a la Monarquía,

a la sangre que reposa fresca,

sobre la arena del redondel de la República.

La fiesta es para compartir, dijo Velázquez.

Te espero en mi casa,

para que comas del pan nuestro de cada día,

mientras termino la obra.

Cuenta el pintor, que es cantor,

que tanto el noble como el villano, de fiesta,

empapados en alcohol,

abrazan a una muchacha, nos recuerda Serrat.

Equidad efímera.

Se acabó, el sol nos dice que llegó el final,

sentenció el artista con guitarra en mano.

Cada uno es cada cual:

“Vamos, bailando la cuesta,

que arriba en mi calle se acabó la fiesta.”

Hoy, después de 15 años, regreso a las instalaciones de la UAM para realizar una entrevista sobre la educación en España con la doctora Elena Martín, de la Facultad de Psicología de esta institución académica. A la llegada al campus, por la estación de trenes de Cercanías “Cantoblanco Universidad”, reviví las sensaciones y emociones de la primera visita a España. A diferencia del verano de 2008, esta vez había más estudiantes, profesores, trabajadores administrativos y visitantes por los pasillos de la universidad.

Algunas de las calles de esta gran universidad, fundada en 1968, llevan nombres de personajes destacados de las ciencias y las humanidades: Darwin, Freud o Marx, entre otros. Ayer, 18 de octubre, atravesé por dentro la Facultad de Ciencias y me di cuenta que es una gigantesca institución con más de 10 módulos de edificios con laboratorios especializados, salas de juntas, aulas diversas, salas de seminarios o reuniones académicas, instalaciones e infraestructura propias para la enseñanza de la Física y la Química o las interdisciplinarias fines; con cafetería universitaria y oficinas, entre otros recintos universitarios. Las y los estudiantes le dan sentido y vida a la universidad.

La Facultad de Bilogía está aparte, entre la Facultad de Psicología y la Facultad de Derecho. La UAM también tiene una Facultad de Filosofía y Letras y una Facultad de Formación del Profesorado y Educación, ahí se preparan las y los futuros docentes de educación preescolar o primaria; y si realizan un máster en didácticas específicas, pueden trabajar en la enseñanza secundaria o en bachillerato.

Nuestros anfitriones ya no están aquí: Los profesores César Sáinz, Manuel Alonso (Manolo) y Fernando Arroyo ya se jubilaron. A las compañeras que nos apoyaron y que en ese tiempo hacían su servicio social en el IUCE, Laura y Mónica, no las he podido contactar. El único que queda en el Instituto Universitario de Ciencias de la Educación (IUCE), es LuisMi Arias, pero esta vez no se encontraba en su oficina. Sin embargo, nos quedan gratos recuerdos y enseñanzas de cada uno de ellas y ellos.

Hoy, que es un día lluvioso en Alcalá, trabajo en las transcripciones de las entrevistas grabadas. La próxima semana daré a conocer uno o dos resúmenes sobre las declaraciones más importantes que me compartieron las profesoras e investigadoras entrevistadas.

No pudo faltar, en esta visita de recuerdos y de trabajo académico, y antes de iniciar la entrevista agendada para la mañana de este miércoles, un café cortao, como en el pasado, de la cafetería que está en la planta baja de la Facultad de Psicología.

Juan Carlos Miranda Arroyo: @jcma23

jcmaro3@yahoo.com