Apenas en el año 2019 conocimos el caso, muy sonado, de un estafador aeronáutico; un individuo que había hecho de la mentira su “modus vivendi”. Se hacía pasar por piloto de la empresa Aeroméxico, y afuera de diferentes escuelas de aviación “ofrecía sus servicios” para agilizar los trámites y colocar al “cliente” en la aerolínea como sobrecargo o piloto.

Joel Robles, mejor conocido como “El Capitán Koy”, fue detenido en febrero de 2019 por la Policía de Investigación capitalina. Este hombre además se hacía pasar como integrante del sindicato de pilotos ASPA. Más de 50 personas lo reconocieron cuando en redes sociales se difundió la noticia de su detención.

Lamentablemente, este tipo de fraudes y extorsiones se siguen presentando. Y es que hace unos días se contactó conmigo muy alarmada la instructora de vuelo de una escuela ubicada en la capital del país; preguntó si me habían contactado sobrecargos recién reclutadas para la aerolínea Volaris y mi respuesta fue negativa, ¿para qué se comunicarían conmigo sobrecargos de recién ingreso? Lo que me platicó me dejó anonadada.

Se identificó como instructora de sobrecargos, y que constantemente ha “mandado” chicas a Volaris para hacer sus trámites para entrar a trabajar con dicha aerolínea. Pero algunas de ellas denunciaron en redes sociales que un hombre “les estaba pidiendo dinero” a cambio de ingresarlas a Volaris, y que la “garantía” que ofrecía era que dicho pago se daría hasta “después de la firma del contrato”.

Me cuenta la instructora que una de sus alumnas se comunicó con ella, muy alterada y sin saber qué hacer. Ella le cuenta que siguió los trámites de una convocatoria de publicada por Volaris; que se contactaron con ella inmediatamente, para indicarle que la siguiente fase es una entrevista telefónica (ya que por la pandemia no puede ser presencial), y le mandan un número telefónico. La aspirante tuvo una entrevista telefónica por espacio de una hora con una persona del sexo masculino, la cual transcurrió con amabilidad y seriedad, al grado de que no chistó en mandar vía WhatsApp todos sus documentos, cuando su interlocutor se los pidió.

Acto seguido, este hombre le pide una videollamada con ella. El requisito era que debía presentarse en “top y short” para verificar que “no tuviera tatuajes o cicatrices”. Ante esta petición, la alumna le dijo que en ese momento no podía hacer la videollamada, él insiste y le dice que puede ser al día siguiente por la mañana. A ella se le prenden los focos de alerta, y asustada le llama a su instructora al sentirse vulnerable y con miedo, pues el susodicho tiene toda la información de sus documentos.

El fraude comienza de forma casi imperceptible. La imagen de la convocatoria que la aspirante vio publicada es 100% real. Desafortunadamente ella dio “click” antes de verificar que el enlace la llevara al sitio web oficial. Una especie de “Phishing” como la que utilizan los ciberdelincuentes para defraudar a los usuarios de banca electrónica. Links hechos para hacer creer a los usuarios (en este caso jóvenes, muchas de ellas mujeres, que acaban de cumplir la mayoría de edad, con ganas e ilusión de entrar a trabajar) que están en un lugar seguro. Para la instructora era casi imposible imaginar que se tratara de un “embajador” (ese es el nombre que tienen los trabajadores de Volaris) pervertido. Ante el desconcierto de su alumna, hizo todas las preguntas posibles, y encontró una hebra de la cual jalar, para llegar a la verdad de los hechos.

Y es que resulta que su alumna no era la primera víctima. De hecho este hombre, que dice ser trabajador de Volaris, ha sido expuesto en grupos de Facebook creados por estudiantes de sobrecargos. En ellos aseguran que se hace pasar por gente del corporativo, y alertan a los demás a no darle sus documentos ni mandarle fotografías. Este sujeto utiliza como gancho un perfil de una mujer, y es ella quien manda los mensajes a las aspirantes y las “invita” a contactar con este hombre para “agilizar” la entrada a la aerolínea.

Desconozco si Enrique Beltranena está al tanto de que este tipo de defraudadores utilizan el nombre de la aerolínea para hacer un negocio propio. No se necesita una gran investigación detectivesca para encontrar el nombre de esta persona; repito, en Facebook está señalado por muchos. La aerolínea debe verificar si esta persona de verdad trabaja para Volaris, y en caso de ser cierto, urge que lo den de baja. Es totalmente falso el “requerimiento” ver el cuerpo de las sobrecargos para verificar si tienen o no cicatrices o tatuajes.

Así como se dio a conocer el caso del “supuesto” capitán Koy, hoy estamos ante un supuesto “reclutador” de la empresa Volaris, que con total abyección se aprovecha de la juventud de sus víctimas, de sus ganas de entrar a volar a una compañía y de la inexperiencia en los trámites administrativos. Si esto no es violencia de género, ¿qué cosa es?