¿Por qué las declaraciones de narcotraficantes que señalaron a García Luna fueron válidas… y las de otros delincuentes ya no lo son cuando apuntan hacia el oficialismo?
No es broma: es una duda seria que muchos comparten.
Durante el juicio contra García Luna no hubo pruebas materiales. Ni videos, ni grabaciones, ni transferencias. Pero hubo dichos. Testimonios. Relatos con detalle y memoria. Y eso fue suficiente para que, desde Palacio, se les diera trato de verdad judicial y se convirtieran en parteaguas del nuevo régimen: un gobierno supuestamente incorruptible, limpio, ajeno al crimen organizado. La antítesis de Calderón.
Los dichos de delincuentes que señalaban al exsecretario de Seguridad (Garcia Luna) se repitieron en conferencias, se usaron como evidencia política y se amplificaron. ¿Alguien preguntó de dónde venían? ¿O solo importaba hacia dónde apuntaban?
Pero ahora las cosas cambiaron. O más bien:¿ cambió a quién incomodan? Porque todo lo demás sigue siendo exactamente igual.
Resulta que Ovidio Guzmán —quien se declaró culpable en Estados Unidos— tiene algo que decir. Y su abogado, Jeffrey Lichtman, también. No grita, no acusa. Observa, y sugiere que, quizás, hay más indignación por el juicio en Chicago que por muchas otras cosas que han pasado y continúan en silencio acá.
Eso bastó para incomodar. Y no faltó quien se escandalizara, no por lo que se dijo… sino por quién lo dijo….Como si los narcos fueran creíbles solo cuando conviene al discurso oficial ¿lo notaron?
Lo que viene no es menor. Se aproxima el juicio contra El Mayo Zambada. Además, hay 29 mexicanos extraditados con posibilidad de declarar, de señalar, de negociar (lo cual sucederá en algún momento). No sería raro que uno que otro nombre incómodo aparezca por ahí… y que ese nombre esté vinculado a la presente administración.
Entonces la pregunta será: ¿también se van a descalificar los dichos? ¿O ahora sí se exigirá evidencia dura: pruebas materiales, grabaciones, ADN, firma notariada… y de paso, sellos de recibido en cada mordida o soborno?
Porque conviene repetirlo: en el juicio contra García Luna no se pidió nada de eso. No hubo videos, ni audios, ni transferencias, ni firmas, ni sellos. Solo testimonios —y por cierto, de delincuentes. Y bastaron. Bastaron, ¿por qué apuntaban al enemigo político correcto?
Y ahí es donde la narrativa empieza a tropezar con el derecho.
Porque esto no es solo un pleito entre abogados. Es una serie de procesos legales internacionales que se desarrollarán fuera del alcance del guion nacional, fuera de Palacio, fuera del control de los medios oficialistas.
Lamentablemente —o afortunadamente, depende para quién— ni la mañanera tiene jurisdicción en Brooklyn. Ni la FGR puede dictar línea en la Corte del Distrito Norte de Illinois.
Esto va en serio. Y sí: México va a necesitar algo más que convicción y discursos patrióticos, o el respaldo moral de gobernadores y líderes de Morena. Se van a necesitar abogados. Expertos. Técnicos. Personas que no solo manejen inglés jurídico, sino que entiendan lo que está en juego en la cooperación bilateral, en los tratados internacionales, en los silencios diplomáticos.
¿O acaso será siempre la presidenta quien tenga que salir a responder desde la tribuna de la mañanera? ¿Habrá alguien —en Morena, en su equipo, entre sus asesores— que esté tomando en serio esta situación?
El caso de Ovidio es solo el principio de todo lo que viene.
El gobierno nos ha acostumbrado a que la mañanera sustituya el debido proceso, y que lo que se dice ahí funcione como verdad absoluta: ahí se absuelve, se condena, se calumnia o se canoniza, según convenga.
El problema no es solo que hayan acostumbrado al pueblo a eso.El problema es que ellos ya se lo creen.Y cuando se avecinan juicios reales, con fiscales reales, con pruebas reales, y jueces que no responden a aplausos… eso se vuelve grave y peligroso para México en el escenario internacional.
¿O tú qué opinas?