Les platico: De la historia se aprende pero no se trata de estarla invocando para todo cuanto hagamos.

Si lo hacemos, esa historia terminará por condenarnos y en vez de meternos dentro de ella, querremos que nos saquen un día, cuando leamos lo que de nosotros se escribe en esas páginas, de tan amarillas, acedas.

Quien invoca el pasado en su presente, está reclamando un poder que siente merecer.

De pronto no se da cuenta de que de tanto adoptar esa postura, no aprovecha las inmensas oportunidades que se le presentan en el día que vive.

El presente y el futuro vienen de la mano, están hermanados con las oportunidades.

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Pero las oportunidades vienen aparejadas con muy pesadas condiciones. Una de ellas, la de desligarnos del pasado y verlo solo como un referente histórico.

El pasado solo representa la oportunidad de aprender de él, más no de vivir dentro de él, porque si lo hacemos, nos anquilosamos.

Quien invoca al pasado recurrentemente, finge la paz pero le encantan los disturbios, las grescas, las riñas, los enfrentamientos de la conquista, de la independencia, de la reforma, de la revolución, de la guerra de castas, de las mismas cruzadas del medioevo.

Resiliencia

Sí, amigos, cuesta mucho trabajo encontrar la resiliencia y vivir con ella.

Sí, amigos, esa palabra mágica -resiliencia- que nos ayuda como dote, a superar situaciones traumáticas, así solo sean estas la pérdida de elecciones que alguna vez -otra vez, en el pasado- nos arrebataron de las urnas.

Del pasado nadie se cansa. El único esfuerzo es hacer uso de nuestra memoria.

Pero a veces, vivir en el presente sí cansa y mucho.

Y por eso, por vivir un presente cansino, el futuro termina por avasallarnos.

Nadie que hojea y relee una y otra vez las hojas del pasado, disfruta las del presente y escasamente llega a las del final del libro.

Leer el alma de un país, de un Estado, de un municipio

Todo político, cuando gobierna debe ser capaz de leer el alma de un país, de un estado, de un municipio.

Enormes, brutales decisiones cambian de cabeza, de manos todos los días.

El gobernante debe tener capacidad para meterse entre todas ellas y para esto, no es suficiente presumir haberle dado tres vuelas… o cuatro o más, a cada kilómetro cuadrado del país, del estado o del municipio.

¿De qué sirve eso, haberles dado varias vueltas, si con sus decisiones no ha sido capaz de resolver los problemas del país, del estado del municipio?

Pujar o empujar, he ahí el dilema

Pujar, esforzarse, para resolver los problemas de la ciudadanía o empujar a otros, para que unos resuelvan y muchos más dejen de estorbar. Ese es el dilema que enfrentan los gobernantes de nuestros días.

Y ante todo esto, el mantra, los rezos antes de dormir de esos gobernantes, que repiten cual gastada letanía: “recuerda, tú nunca pierdes y hoy, estás perdiendo. Anda, golpea fuerte”.

Y cuando se levantan de la cama al día siguiente para mañanear, buscan impresionar a sus seguidores con portes de seguridad.

Y con sus cotidianas imputaciones, amputan.

CAJÓN DE SASTRE

“Eit, señoras y señores que nos gobiernan, el poder no les fue heredado por sus luchas pasadas. El poder que hoy detentan no proviene de ustedes, sino de nosotros, los ciudadanos; que no se les olvide esto en sus rezos nocturnos ni en sus homilías diurnas”, dice la irreverente de mi Gaby.