Corrieron, sí, de carrera, entendida esta como competición, de velocidad o resistencia.

En la carrera por la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación participaban dos ministras y tres ministros: Yasmín Esquivel Mossa, Norma Lucía Piña Hernández, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek y Alberto Pérez Dayán.

Dije participaban porque, tristemente, Esquivel Mossa parece haber quedado eliminada —no resistió porque la grillaron, claro que la grillaron—.

En lo personal me niego a condenar a la ministra Esquivel por cualquier falla que hubiese tenido de joven. Me molesta el puritanismo de tanta gente que hoy lincha a Yasmín Esquivel por una probable falta cometida hace 40 años. ¿Nadie nunca ha pecado? “Qué terribles resultan las gentes demasiado buenas”, dice Álvaro Carrillo en su extraordinario bolero “Como se lleva un lunar”.

Como se lleva un lunar

Todos podemos una mancha llevar

En este mundo tan profano

Quien muere limpio, no ha sido humano

Humana, demasiado humana, la ministra Esquivel Mossa cometió un error universitario hace cuatro décadas, pero lo superó, tuvo después una trayectoria académica destacada y su currículo profesional es muy importante.

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La grilló algún ministro —o alguna ministra— y la comentocracia, integrada solo por gente perfecta, la ha destruido en apenas unos días. De ser la favorita en la carrera para ocupar el cargo que en una semana dejará Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ella ya no podrá alcanzar su meta. Si yo fuera ministro mantendría mi voto a su favor, pero no lo soy, así que creo que Yasmín ha perdido esta vez...

Lo mejor que ella podría hacer es declinar el día de las votaciones: decir a sus colegas que ya no es candidata, pero no renunciar a participar en la elección en la SCJN. Una cosa es retirar la candidatura porque se le fueron las posibilidades y otra no ejercer su derecho como votante; si hiciera esto último ella misma aceptaría una culpa, y no tiene por qué hacerlo. La opinión pública la ha juzgado muy severamente, pero la presunción de inocencia es sagrada, y hasta que la UNAM no llegue a conclusiones fundadas en una pesquisa seria, a Yasmín Esquivel Mossa no debe castigársele... ni debe ella castigarse a sí misma.

Para Yasmín declinar no será una sanción, sino la aceptación de una realidad: el pragmatismo de ministros y ministras, que pensarán en la imagen de la corte, le quitará los votos que pudo haber tenido.

¿Cómo se repartían los votos en la SCJN antes de la crisis de Yasmín?

Recordemos que hay once ministros y ministras:

  • 1. Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
  • 2. Ana Margarita Ríos Farjat.
  • 3. Yasmín Esquivel Mossa.
  • 4. Javier Laynez Potisek.
  • 5. Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
  • 6. Loretta Ortiz Ahlf.
  • 7. Juan Luis González Alcántara Carrancá.
  • 8. Alberto Pérez Dayán.
  • 9. José Mario Pardo Rebolledo.
  • 10. Norma Lucía Piña Hernández.
  • 11. Luis María Aguilar Morales.

Según he averiguado preguntando por aquí y por allá, en la primera ronda los votos se iban a distribuir de la siguiente manera entre los y las aspirantes a la presidencia de la corte suprema:

2 votos Yasmín Esquivel Mossa (el de ella misma y el Loretta).

2 votos Javier Laynez Potisek (el de él mismo y el Margarita).

2 votos Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (el de él mismo y el de Zaldívar).

2 votos Alberto Pérez Dayán (el de él mismo y el de Luis María).

1 voto Norma Lucía Piña Hernández (el de ella misma).

√ 2 indecisos: Alcantara Carrancá y Pardo Rebolledo.

Sin Yasmín como candidata, pero sí como votante, ¿cómo cambia la anterior distribución?

4 votos Alberto Pérez Dayán (el de él mismo, el de Luis María, el de Yasmín y el de Loretta).

2 votos Javier Laynez Potisek (el de él mismo y el Margarita).

2 votos Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (el de él mismo y el de Zaldívar).

1 voto Norma Lucía Piña Hernández (el de ella misma).

√ 2 indecisos: Alcantara Carrancá y Pardo Rebolledo.

¿Por qué Yasmín y Loretta apoyarían a Pérez Dayán?

1.- En primer lugar por el factor humano: Pérez Dayán les cae mejor que los otros.

2.- En segundo lugar por el factor perversidad: Si Yasmín sospecha que algún ministro la grilló con el tema de su tesis, me dicen que su instinto y su información —ella es una mujer informada— apuntan en otra dirección.

3.- En tercer lugar por el factor AMLO. Hay quienes celebran —como Enrique Quintana en El Financiero— que con la caída de Yasmín Esquivel el presidente López Obrador se quedó sin su favorita para encabezar la SCJN. En este caso, dos ministras tan comprometidas con el idealismo de la 4T como Esquivel Mossa y Ortiz Ahlf deberán buscar la opción que menos choque con el proyecto de transformación del presidente de México.

¿Qué ministro no propuesto por AMLO garantiza mejor relación con el presidente?

Debe descartarse a Laynez y Norma, un ministro y una ministra abiertamente hostiles al actual gobierno —es su derecho, que conste, pero también es el derecho de Yasmín y Loretta rechazarles—. No sabe Norma Lucía Piña Hernández que le quita votos ser la favorita de la oposición, cuyos líderes la promueven en todas partes. En menor medida es la situación de Javier Laynez Potisek.

Andrés Manuel, entonces, podría tener mejor relación con Alfredo Gutiérrez, cuya formación como priista cercano a Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones lo convierte en un profesional de la política que jamás chocará con el presidente de México; es decir, el ministro Gutiérrez se llevaría bien con AMLO no por convicción, sino por profesionalismo. No está mal, desde luego, y quizá sea lo que se necesita, pero…

Yasmín y Loretta son dos juristas que no han apoyado a Andrés Manuel por pragmatismo, sino por idealismo, entonces, quizá les convencerá más el perfil de Pérez Dayán, quien no coincide con la 4T, pero es un juez que en la hora más complicada de López Obrador, cuando le quitaron el fuero en el sexenio de Vicente Fox, en una resolución como magistrado votó a favor de AMLO y en contra de todo el sistema —poder judicial incluido— que quería destruir al hoy presidente. Esto no garantiza que él le daría a Andrés Manuel la razón en todo, pero es un capítulo biográfico que el obradorismo reconocerá.

¿En la segunda ronda cómo votarán los indecisos?

El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo tiene una larga carrera judicial. A partir de su experiencia —una vez retirada de la contienda Norma Piña, quien no parece contar más que con su propio voto—, deberá elegir entre alguien con un perfil similar al suyo, el de Pérez Dayán, o el de dos colegas que no se formaron como jueces, sino en la administración hacendaría, Gutiérrez Ortiz Mena y Laynez Potisek.

No tengo idea acerca de lo que piense Pardo Rebolledo, es decir, si en su opinión la corte necesita ser encabezada por un juez de toda la vida o por juristas expertos en uno de los temas más complicados en el país, el de cobrar correctamente los impuestos, sobre todo a los potentados que nunca pagan nada… o que en el gobierno de AMLO apenas empiezan a pagar.

El perfil de Juan Luis González Alcántara Carrancá es interesante: ha sido juez y académico y, en sus numerosos estudios se especializó en finanzas públicas. Es decir, entiende tanto a Pérez Dayán como a Gutiérrez Ortiz Mena y Laynez Potisek.

Ideológicamente Alcántara Carrancá es un liberal que ha estado cerca del presidente López Obrador, a quien aprecia y respeta. Esto podría llevarlo a no preferir a Laynez en el momento en que decida su voto. Como jurista de excepción —así lo califica un amigo abogado que estudió la Libre de Derecho, Rodrigo Sánchez Villa—, deberá analizar seriamente las credenciales de Pérez Dayán y Gutiérrez Ortiz Mena. Nadie que conozca la corte especula acerca de por quién votaría Alcántara Carrancá, pero se dice que si bien debe tener la mejor opinión de un ministro tan preparado como Gutiérrez, quizá respete un pelín más a Pérez Dayán porque cuando este no condenó a AMLO en el desafuero, González Alcántara Carrancá presidía el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, lo que le acercó, profesionalmente hablando, a Andrés Manuel.

Estoy seguro de que en ese tiempo González Alcántara hacía su trabajo con independencia del jefe de gobierno —y, porque lo conozco, sé que AMLO jamás le pidió nada—, pero el solo hecho de tratar al tabasqueño en aquellos años en que recibió tantas agresiones, le llevaba a comprender que a Andrés se le quería eliminar a la mala de la contienda presidencial de 2006. Todas las personas que vivieron de cerca aquel episodio triste de la historia reciente de México tienen al desafuero como una referencia cuando viene al caso en cualquier análisis político que se realice —y, como bien sabemos, la votación en la corte suprema es más un asunto jurídico que político—.

Posdata. El vacilón de las tesis de licenciatura

Leo en El País esta nota: “La tesis copiada de la ministra Yasmín Esquivel revela una cadena de plagios en la UNAM”. La verdad de las cosas es que son pura tontería las tesis de licenciatura. ¿Pedir un trabajo de investigación a joven de 23 o 24 años de edad? Por favor. Habrá muchachos y muchachas con vocación e interés para dedicar tiempo a tales trabajos, pero la mayoría no lo hará.

El Tecnológico de Monterrey es la universidad mejor evaluada de México en el ranking global más importante, el de Times Higher Education. A mediados de los setenta estudié en tal institución una carrera profesional. Cuando me inscribí un profesor me dio la gran noticia: en cuatro años, si pasas todas tus clases, te darán el título sin que necesites hacer tesis. Pregunté por qué habían quitado el requisito de las tesis y ese académico me respondió: “Porque eran puro vacilón”. Con realismo la UNAM debe dejar de exigir tesis a quienes van a graduarse de licenciatura. Es lo que pienso.

Son de hueva las tesis, sobre todo por la exigencia de redactarlas en un tono científico. Concluyo mencionado a un anarquista metodológico, Paul Feyerabend. Hace años leí un ensayo suyo. Recuerdo que él decía que los trabajos de Galileo con los que nació la ciencia moderna estaban presentados en forma tan despreocupada — tan a la viva la virgen, dirían en España— que si los hubiera hecho para cualquier universidad moderna lo habrían reprobado.