No es fácil dar 11 mil pasos. Según quienes conocen estos asuntos, equivalen a recorrer alrededor de 8 kilómetros. El ideal sería andarlos de un solo jalón, pero no es obligatorio. Lo importante consiste en caminar todos esos pasos durante el día.
Tres aspirantes presidenciales se descuidaron y se les nota el sobrepeso. Me refiero a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, de Morena, y a Beatriz Paredes, del PRI. Deben evitar la obesidad, están a tiempo, pero ya les urge hacer algo. La dieta es fundamental, desde luego, pero caminar ayuda bastante.
Estudios serios han encontrado que caminar se asocia con un menor riesgo de diabetes, de presión arterial alta y de depresiones. En efecto, depresiones: las caminatas contribuyen a mantener la estabilidad emocional de las personas.
“Trabajo mucho, no tengo tiempo para largas caminatas”. Eso dirían, para justificar su pereza, quienes aspiran a la presidencia y se han dejado derrotar por el sobrepeso.
Pero el exceso de trabajo no es excusa, menos aún en el caso de las personas dedicadas a la política con cargos de responsabilidad. Es verdad, por sus elevados puestos deben arrastrar el lápiz en el escritorio o permanecer en la inmovilidad de las salas de juntas atendiendo presentaciones estadísticas o de cualquier otro tipo. Pero, también es cierto, invariablemente dedican varias horas al día a conversar con hombres y mujeres relevantes de la política, de la clase empresarial o de los medios de comunicación.
Para esas charlas —conocidas técnicamente hablando como grilla— podrían, si quisieran, recurrir al método peripatético, es decir, hablar mientras se camina. Eso hacía Aristóteles y le funcionaba.
Ebrard, por ejemplo, podría caminar por la Alameda de la Ciudad de México durante sus acuerdos con el principal de sus colaboradores, Roberto Velasco. ¿Cuánto duran sus reuniones? ¿Treinta minutos? Muy buenos para caminarlos en la bella plaza ubicada frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Lo mismo debería hacer Marcelo cuando lo visite su jefa de campaña, la senadora Malú Mícher. En la Alameda nadie les va a molestar. Pero en el improbable caso de un peatón agresivo, la cancillería tiene agentes de seguridad a quienes también beneficiaría seguir las caminatas del jefe.
Adán Augusto López se junta frecuentemente con su jefa de campaña, la diputada Andrea Chávez, quien le acompaña en todas las giras según dijo hace días la columna Templo Mayor, de Reforma. Aunque a ella no le hace falta adelgazar, acumular pasos no le estorbaría.
Desde luego, sería para el titular de Gobernación de gran utilidad tener sus juntas caminando cuando lo visiten gobernadores o gobernadoras. Tiene el Paseo de la Reforma muy cerca de la oficina. Don Adán no solo pondría fin a su exceso de peso, sino que mejoraría su salud, sobre todo la emocional. Largas caminatas lo tranquilizarían. Es que el hecho de no crecer en las encuestas lo está enloqueciendo y eso es malo para la 4T: sus exabruptos no benefician, sino perjudican, al presidente AMLO.
La senadora Beatriz Paredes urgentemente debe salir del Senado para caminar por ahí cerca. El Monumento a la Revolución es ideal para pasear y dialogar con sus estrategas. No es sencillo lograr 11 mil pasos al día, pero en cuatro acuerdos peripatéticos de una hora cada uno es viable llegar a la meta. Tú puedes, senadora Paredes: anímate, exhibe esa fuerza de voluntad que algún día tuviste.
Aspirantes en mejor forma o, al menos, sin sobrepeso, la tienen más fácil. No necesitan 11 mil pasos al día para mantenerse lejos de la diabetes y las depresiones: les basta con 8 mil. En esa situación están Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad México, líder en las encuestas; Maru Campos, gobernadora de Chihuahua, que podría quedarse con la candidatura panista, y la otra Claudia, Ruiz Massieu, aunque esta hoy no se vio muy bien en la entrevista que le hizo La Jornada.