Václav Smil es un científico y analista político checo-canadiense. Es profesor emérito de la Facultad de Medio Ambiente en la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, Canadá. Ha investigado sobre temas que van desde la energía, medio ambiente, alimentación, población, hasta la economía, historia y políticas públicas. Tienen un conocimiento enciclopédico. Publicó su nuevo libro: “Cómo funciona realmente el mundo: una guía científica sobre nuestro pasado, presente y futuro”.

Leí tres reseñas recientes. La primera escrita por el profesor de la Universidad de Cambridge, Michael Kelly, en Net Zero Watch, donde nos dice que este libro es un buen antídoto del realismo contra el pesimismo implacable y el optimismo alegre de nuestros días. Este es un libro muy importante y muy oportuno, dice Kelly. En un momento en que los pensadores del mundo desarrollado están divididos entre el catastrofismo ambiental y el tecno-optimismo desenfrenado, aquí hay un análisis firmemente fundamentado del presente, informado por la historia y el futuro probable a corto plazo.

Apenas estamos en febrero y todavía recordamos la cantidad de páginas que se han escrito sobre predicciones para 2022. Seguramente muchos pronósticos serán fallidos, no se cumplirán y se olvidarán rápidamente. El libro de Smil nos recuerda que la complejidad y la inercia de los sistemas del mundo moderno (adquisición y uso de energía, producción de alimentos, requisitos de materiales para la vida contemporánea) imponen fuertes restricciones al ritmo del cambio. Aunque todos los líderes del mundo se pongan de acuerdo para llegar, en el 2050, a una economía global cero neto en emisiones, no será fácil lograrlo.

Smil presenta datos y hechos para forzarnos a pensar. “Cuando se habla de descarbonización, ¿se ha puesto usted a pensar en la vida cotidiana? Un tomate de tamaño medio (125 g) puesto en una mesa inglesa fuera de temporada ha implicado el consumo de 75 ml de petróleo para llegar allí. La misma proporción se aplica a un pollo (hasta 1 litro de petróleo por kilogramo de carne) y al pan (0.6 litros de petróleo por kilogramo de pan)”. Y añade Smil: “los cuatro pilares materiales de la vida moderna son el amoníaco (piense en los fertilizantes), plásticos, acero y cemento. La producción anual de estos productos es de 150 millones, 370 millones, 1,800 millones y 4,500 millones de toneladas respectivamente. El silicio apenas llega a 10 mil toneladas por año”. El libro de Smil revela que las 4,400 millones de toneladas de cemento que China produjo en dos años, 2018 y 2019, casi igualaron a las 4,560 millones de toneladas que fabricó Estados Unidos durante todo el siglo XX.

Ahora que los políticos en México nos dicen tantas mentiras sobre la electricidad y la economía mexicana, vale la pena leer un párrafo clave de la introducción del libro de Smil:

“La brecha entre las ilusiones y la realidad es enorme, pero en una sociedad democrática ningún concurso de ideas o propuestas puede desarrollarse de manera racional sin que todas las partes compartan al menos un mínimo de información relevante sobre el mundo real, en lugar de sacar a relucir sus prejuicios y lanzar afirmaciones desconectadas de las posibilidades físicas”.

Václav Smil

Eso nos hace mucha falta. No es que algunos seamos pesimistas y otros en el gobierno sean optimistas sobre el crecimiento de la economía. El problema es que en México no hay una agenda para comprender la realidad, cómo funciona realmente nuestro país. Sería recomendable que los asesores del presidente López Obrador leyeran el libro de Václav Smil. En siete capítulos explica la energía, la producción de alimentos, los materiales, la globalización, los riesgos, el medio ambiente y el futuro. Lo que hace el autor es contrastar la realidad con el discurso público. El lector puede detectar fácilmente las mentiras que nos dicen los políticos.

Smil dice que la globalización no es inevitable. Sin embargo, la globalización nos ha llevado a una mayor eficiencia, aunque también nos ha traído mayores riesgos. Nadie imaginaba el impacto de una pandemia en las cadenas de suministro y en la reubicación de trabajos en el extranjero. ¿Habrá una mayor resiliencia después de esto? ¿Hemos pensado suficientemente sobre los riesgos? ¿Hemos imaginado que tenemos muchas más probabilidades de morir en un accidente de tráfico o una caída en nuestra casa que en un incidente terrorista? ¿Había usted pensado que una reducción en los grandes niveles de desperdicio de alimentos y una dieta más modesta en el mundo desarrollado podría hacer más bien que una rápida descarbonización? Smil nos invita a pensarlo.

La lección que aprendí del libro es que debemos enfocarnos mejor. La eliminación de la pobreza humana y el hambre van antes que la protección del medio ambiente como objetivos de desarrollo sostenible. Smil dice que el futuro no será ni un nirvana ni un infierno en la Tierra, sino una evolución del pasado, una combinación de nuestros mejores esfuerzos que han sido obstaculizados por miles de barreras y ayudados por la casualidad.

La segunda reseña que leí del libro de Václav Smil es la de Pilita Clark en el periódico Financial Times. La columnista de negocios nos dice: “debe ser agotador ser Václav Smil. Dondequiera que mire el científico canadiense, se encuentra con el pensamiento sin amarras de charlatanes influyentes pero engañados. Si no es Elon Musk planeando colonizar Marte, son los ambientalistas vertiginosos que insisten en que el calentamiento global se puede arreglar fácilmente o los catastrofistas que predicen un regreso a la edad de piedra cuando la extracción de petróleo alcance su punto máximo”.

Otra lección para los gobernantes de la 4T mexicana: Smil escribe correctamente que no hay forma de saber cómo funciona realmente el mundo sin comprender la importancia fundamental de la energía en los asuntos humanos. Está de acuerdo en que hay enormes oportunidades para generar más electricidad con células solares y turbinas eólicas. Pero en las naciones grandes y pobladas, la confianza total en estas energías renovables no se puede lograr sin enormes sistemas de almacenamiento de energía o amplias actualizaciones de la red para transmitir electricidad verde a grandes distancias hasta donde se necesita. ¿Habrá escuchado esto la CFE? ¡La clave está en la transmisión y la distribución de electricidad!

Y también hay un mensaje para otros activistas que vemos en la 4T de nuestro país: “volver a la agricultura puramente orgánica requeriría que abandonáramos las ciudades, reasentáramos pueblos y dedicáramos gran parte de nuestro tiempo a esparcir estiércol animal”.

Finalmente, Simón Ings, de New Scientist, escribe: “a Václav Smil le preocupa que el público en general esté abandonando su control sobre la realidad. Su nuevo libro es un intento de restablecer el equilibrio, mostrando los fundamentos de cómo se cultivan los alimentos, cómo se hace y se mantiene el entorno construido y cómo se alimenta todo esto”.

Smil cree que vale la pena comprender lo que podrían parecer tecnologías obsoletas dado que los componentes básicos de nuestras vidas no cambiarán significativamente en los próximos 20 a 30 años. Los métodos alternativos están en camino, por supuesto, pero tardarán décadas en establecerse por completo. El carbón desplazó a la madera con relativa facilidad a principios del Siglo XX, pero probablemente llevará más tiempo incorporar las energías renovables porque la demanda mundial de energía es ahora un orden de magnitud mayor.

Smil prefiere que nos concentremos en soluciones prácticas, en lugar de desperdiciar nuestras energías en pronósticos socioeconómicos complejos. En una era donde se venera la especialización, Smil es un extraordinario generalista. Elige explicar el funcionamiento del mundo tal como es hoy. Es una visión que hace mucha falta en México.

Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino