Respeto, aprecio y admiro a la senadora Malú Mícher. Considero ejemplar el compromiso de esta militante de Morena con la lucha feminista. Por eso me sorprende e inclusive decepciona que ella se esfuerce tanto para impedir que su partido —actualmente en el poder— regale a México el prodigio de que tenga una presidenta de la república por primera vez en toda su historia.

Nunca una mujer había tenido posibilidades reales de llegar a la presidencia de nuestro país tan machista. ¿Por qué es algo que no alegra a tan reconocida activista del feminismo? Creo que ha sido más fuerte la vocación por la política tradicional de Malú que su lealtad a la causa de las señoras, las jovencitas, las niñas.

Entiendo que sea amiga de Marcelo Ebrard y no de Claudia Sheinbaum. Esa es la peor razón para elegir proyecto político. ¿No debería la senadora Mícher, por elemental firmeza de principios, ser en el tema de la sucesión presidencial más bien amiga de las mujeres, que si no llegan esta vez a la Presidencia de México tendrán que esperar hasta 2030, cuando quien sabe si se repitan las condiciones para una de ellas conquiste el poder?

Ni hablar, todo conspira en contra de las mujeres, hasta los intereses políticos —la grilla, pues— de las señoras que más las han defendido.

En el proceso electoral de 2022, el INE obligó a los partidos políticos a respetar la paridad de genero en las candidaturas. Así ha ocurrido: los partidos, en seis elecciones de gobernador o gobernadora, han nominado tres hombres y tres mujeres.

Pues bien, ese avance está en riesgo en 2023, cuando habrá cambios en los gobiernos del Estado de México y de Coahuila. Y es que, primero la clase política coahuilense y ayer la mexiquense aprovecharon inconsistencias legales para realizar reformas sus constituciones y dejar para el 2029 la paridad de género en las gubernaturas. Ya se verá si en seis años más respetan lo que hoy han acordado, pero no soy optimista.

No veo a las mujeres más destacadas de la política protestando. Ni siquiera a las más feministas, como la admirada senadora Mícher, quien este sábado dedica su cuenta de Twitter a hacer la crónica de una gira a Durango para promover a un machito como próximo presidente de México. Qué pena.