Si la próxima elección presidencial se polarizará entre Claudia Sheinbaum Pardo y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, serían buenas noticias para la historia de la democracia en México.
En primer lugar, porque la jornada electoral sería el preludio al triunfo histórico de una mujer por la titularidad del ejecutivo federal.
Los comicios federales de 2024 serían la antesala a la materialización de una de las grandes reivindicaciones de la mujer en nuestro país. La presidencia de cualquiera de estas dos mujeres simbolizaría la cristalización de una victoria sin precedentes en la eterna lucha histórica del feminismo en México.
Con su triunfo, tanto Xóchitl como Claudia habrían de interpelar la ofuscación del machismo imperante en nuestro país. Sería una victoria extensiva a todos los movimientos vanguardistas en materia de libertades. Sería una derrota de las ideas anacrónicas y marchitas que durante todo este sexenio han fungido como tapia ideológica al progreso.
El de Andrés Manuel López Obrador ha sido un gobierno notoriamente conservador y retrógrada. En muchos aspectos autoritario, rayando en lo fascistoide. Una próxima administración encabezada por una mujer liberal sería antítesis a la militarización; al totalitarismo; a los embates a la naturaleza laica de nuestro Estado; a la indiferencia al medio ambiente; a los proyectos de energías sucias, basados en creencias ajadas.
Xóchitl Gálvez sería mejor presidenta que AMLO. Claudia Sheinbaum, también.
Ambas cuentan con atributos que se extrañan actualmente. Las dos entienden el mundo y la globalización. Ninguna de ellas confunde patriotismo con nacionalismo. Una y otra hablan inglés y jamás se vanagloriarían por ser monolingües e ignorantes en cuestiones de geopolítica.
Otra gran diferencia entre el actual presidente y Xóchitl y Claudia, es que éstas son científicas. Mientras que el tabasqueño no logró salir del anquilosamiento en posturas gubernamentales en desuso y arcaicas, la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México y la senadora entienden perfectamente los beneficios de la modernidad y están actualizadas en los más recientes avances tecnológicos.
Por otro lado, una eventual presidencia de una mujer traería consigo un compromiso inherente con la historia. Se garantizaría la autonomía de sus funciones y la independencia respecto al antecesor. Disrupción. De lo contrario, se estaría traicionando al movimiento feminista, a la coyuntura, al género y al electorado.
Así las cosas, sirva de consuelo a la totalidad de la ciudadanía mexicana que en caso de que Sheinbaum y Gálvez resulten las candidatas a la presidencia, un porvenir más brillante estaría afianzado.
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