Hace rato, en la Cámara de Comercio de Guadalajara y Zapopan, estuve con tres amigos jaliscienses muy queridos: el empresario Álvaro Favier, importante desarrollador inmobiliario; el analista Diego Petersen, de El Informador, sin duda el periodista más creíble de Jalisco, y el notario público Salvador Cosío, presidente de la asociación política Confío en México. A los tres los trato con cierta frecuencia desde finales de la década de los noventa del siglo pasado.

Cosío nos convocó, lo mismo que a otras cien personas, para dialogar sobre el libro Claudia Sheinbaum: presidenta de Arturo Cano. El evento fue bastante agradable, sobre todo porque hubo polémica dura, inevitable en una asociación política en la que sus integrantes mayoritariamente simpatizan con el frente PRI, PAN, PRD.

El propio Salvador Cosío es un entusiasta partidario de esa alianza opositora. Por cierto, en Confío en México se han destapado, en conferencias con impacto nacional, las cuatro corcholatas o taparroscas de la oposición, a saber:

  • Enrique de la Madrid en mayo de 2022.
  • Santiago Creel en junio del año pasado.
  • Beatriz Paredes tres meses después.
  • Xóchitl Gálvez en junio de 2023.

Desde hace años he participado, como invitado desde luego, en actividades de Confío en México celebradas tanto en Guadalajara como en Puerto Vallarta.

El libro de Cano en Guadalajara

Hace un par de semanas Salvador me pidió contactarlo con Arturo Cano y Renata Turrent. Lo hizo después de la presentación en la Ciudad de México del libro del primero, Claudia Sheinbaum: presidenta, evento en el que hablaron la joven Renata y el veterano Luis Linares, ademas del propio autor.

Salvador Cosío me explicó que algunas personas integrantes de Confío en México querían dialogar con Cano y Turrent acerca de la mencionada biografía política de la corcholata líder en las encuestas.

Contacté a Cano y a Turrent con Salvador y se pusieron de acuerdo. Cosío invitó como comentarista de la obra a Diego Petersen y me pidió estar en el evento —un desayuno en la Cámara de Comercio—, y acepté.

Petersen estuvo simple y sencillamente brillante en su análisis del libro Claudia Sheinbaum: presidenta. Ojalá él mismo publique un artículo en El Informador con sus puntos de vista, que desarrolló con buen sentido del humor, como cuando mencionó que si Claudia no se deja vencer por las adversidades se debe a que lo heredó de su padre, seguidor del Atlas, equipo al que con tenacidad apoyó a pesar de sus derrotas durante muchos, muchísimos años.

Renata explicó muy bien las ideas de Sheinbaum, y para ello se basó en sus propios análisis y en una entrevista que Luis Miguel González le hizo a la exjefa de gobierno y que hoy se publicó en El Economista. Luis Miguel es otro gran periodista de Jalisco, amigo de Petersen: les conocí cuando ellos fundaron el diario Público.

El debate, duro como debe ser

Los ánimos empezaron a subir de nivel cuando alguien preguntó por qué Claudia Sheinbaum copia en todo a Andrés Manuel López Obrador. Era la pregunta que inevitablemente se iba a hacer en un grupo con mayoría de gente simpatizante de la oposición a la 4T.

Renata, sin duda, se había preparado para responder y lo hizo con lógica. Expresó que son naturales —creen en el mismo proyecto— las coincidencias entre el fundador de Morena y su posible sucesora en la presidencia, sobre todo en asuntos como los programas sociales y la defensa de la soberanía energética.

Destacó Turrent que las diferencias existen, pero en vez de profundizar en las mismas se preguntó por qué se critica que Claudia esté de acuerdo con AMLO y no se diga lo mismo de los corcholatos de Morena que también afirman estar a favor de todo lo que hace Andrés Manuel. Respuesta: por misoginia. En mi opinión, me parece que podría caer en el delito de la violencia política de género la comentocracia que cuestiona a Claudia —pero solo a Claudia— por no contradecir al presidente López Obrador.

En ese punto, Arturo tomó la palabra para hacer un apunte breve, pero verdaderamente relevante. Dijo que le llama la atención que haya dejado de tener importancia en la cultura política mexicana el valor de la lealtad. Es decir, Claudia simple y sencillamente es leal a Andrés Manuel, y así se va a mantener, lo que debería ser más que criticable, digno de elogio en tiempos de traiciones políticas.

En otra oportunidad Renata Turrent habló de lo que Sheinbaum hizo por las mujeres en la Ciudad de México. Ello motivó que una mujer, esta de la minoría de Confío en México que habla bien de la 4T, hiciera un cálculo. Dijo: “Aquí hay 27% de mujeres”, y era cierto. Pocas mujeres en aquel salón de la Cámara de Comercio de Guadalajara y Zapopan. Salvador Cosío deberá trabajar para que se eleve tal porcentaje.

Como la señora preguntó si México estaba preparado para que lo gobierne una mujer, Petersen respondió que esa pregunta dejo de tener sentido con dos candidatas a la presidencia, como parece que será en 2024. Renata aprovechó para dar más datos acerca de lo positivo que fue para la mujer el gobierno de Sheinbaum en la Ciudad de México.

Entre sus argumentos ella mencionó los logros en seguridad para las mujeres en la capital del país, pero subrayó el hecho de que en el gobierno de Claudia disminuyeron, para beneficio de toda la sociedad, los principales delitos, que habían crecido exponencialmente en el sexenio de Miguel Ángel Mancera. Esto calentó la reunión.

Una señora dijo que le molestaba, inclusive que le enojaba que le dijeran que había avances en seguridad cuando ella, en Guadalajara, sabía de desaparecidas, de homicidios que se habían cometido, que conocía a muchas personas aterrorizadas por la inseguridad. Y culpó a AMLO y a Claudia.

Como Salvador Cosío me había estado insistiendo en que yo interviniera, lo hice. Le dije a la señora que era muy lamentable lo que ella comentaba, pero que sus reproches debía dirigirlos no al presidente López Obrador ni a Sheinbaum, sino al gobernador Enrique Alfaro o al alcalde Pablo Lemus. Todos los ilícitos que describió y que le constaba ocurrían en donde la mencionada mujer vive pertenecen a la categoría del llamado fuero común, y por lo tanto si se han salido de control se debe al mal trabajo de las policías locales y de sus jefes.

Mi comentario motivó que me gritara la mayoría de la gente partidaria de la alianza PRI, PAN, PRD que suele acudir a las reuniones de Confío en México. Les pregunté, en voz alta, si en serio iban a defender a Alfaro y a Lemus y les exigí que me dejaran hablar, esto es, que le bajaran a sus reclamos porque la idea era dialogar, no escandalizar.

Para apoyar mis argumentos les comenté que se había vuelto una celebridad nacional alguien con orígenes en Jalisco, Omar García Harfuch, pero no porque ande vestido a la moda o lo chuleen las jovencitas, sino porque sus resultados como jefe de la policía en la CDMX hicieron del gobierno de Claudia Sheinbaum el más exitoso en el combate a la inseguridad.

Por cierto, un señor me cuestionó muy molesto mi opinión sobre de la frase abrazos y no balazos del presidente AMLO. Tuve que recordar que la terrible guerra contra el narco que México ha perdido la originó Felipe Calderón, quien entregó la estragaría de seguridad a Genaro García Luna, ahora mismo preso en Estados Unidos acusado de haber sido colaborador del Cártel de Sinaloa.

A algunos no les gustó que hiciera referencia a la causa del problema, pero es la verdad. La bola de nieve de la violencia que Calderón aventó desde lo más alto del poder político ha crecido tanto que no sabemos cómo y cuándo perderá potencia.

Pienso que AMLO ha sentado las bases para que las cosas mejoren con la creación de la Guardia Nacional. Le tocará a Sheinbaum consolidar esa y las otras transformaciones. Por fortuna, no habrá un giro radical en el proyecto de nación porque la oposición no ganará. No puede ganar porque resulta éticamente imposible el regreso de la corrupción del PRI y del PAN.

Al final, todos nos despedimos en paz, con abrazos, como debe ser.