El perdedor de este último debate presidencial fue el Instituto Nacional Electoral.  Porque el formato evitó que el debate trascendiera.

Xóchitl no lo hizo mejor que en el segundo debate. Y Claudia no perdió.  Porque ella sí mejoró.

Lo de la noche del 19 de mayo de 2024 fue mal entretenimiento y derroche de recursos.

Me quedo con que Sheinbaum no propuso reformar el Poder Judicial en materia de elegibilidad de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Xóchitl dio buenos golpes. Pero no noqueó.

Máynez fue grotesco.

Al final, los moderadores fueron comparsas de una cacofonía insulsa. Las mentiras se salieron con la suya y el tedio imperó.

Le recomendaría a Claudia Sheinbaum Pardo no insistir en que es demócrata. Porque preocupa que tenga que convencer al electorado que ella no representa al autoritarismo o un riesgo a nuestras libertades.

Xóchitl pudo ser más mordaz, cuando se tocaron temas relativos a salud y educación pública.

Se les notó cansados.

Lo que monopolizará la opinión pública es que la oposición llenó el Zócalo. Lo hizo antes que el oficialismo, que lo hará en el cierre de campañas.

Xóchitl Gálvez tuvo un momento brillante. Su discurso conmovió. Y ahí estuvieron las propuestas: libertad y reconciliación.

Así que si bien no hubo un claro ganador en este último debate presidencial; empero estoy convencido que quien ganó este domingo fue Xóchitl.

Mala noche para México. Pero una buena mañana para la coalición opositora.