Para Morena, ha llegado el momento de entrar en una reflexión y una evaluación profunda pues no hay que ignorar lo que acontece en la toma de decisiones.

Primero, el partido viene arrastrando una serie de factores en los órganos internos producto del mal trabajo de los dirigentes con padrones impugnados, métodos cuestionados, favoritismo y una democracia moribunda sostenida únicamente por la imagen simbólica del presidente López Obrador.

Pero eso no será eterno, llegará el momento en que el partido deba tomar una ruta con una identidad propia sin tanta dependencia del efecto que jala el presidente.

Para ello, lo más importante es garantizar procesos democráticos en la que realmente sea la misma participación ciudadana la que tome el rumbo con una organización apegada a los principios con lo que nació siendo la democracia y la pluralidad, parte fundamental para su funcionamiento.

Y ha sido todo lo contrario: en Morena predomina un clima contaminado de simulación y exclusión, misma que fue advertida por aquellas voces que han manifestado un punto de vista que por supuesto, tiene una base de fundamentos sólidos.

Sin ir muy lejos, en muchas ocasiones las propias estructuras del partido han hecho hincapié en esa situación porque no se han profundizado los procesos democráticos cuando sentó las bases el ahora presidente López Obrador.

Tienen mucha razón quienes aseguran la oportunidad inmejorable que puede vivir Morena ya que tiene en sus manos la posibilidad de ser el partido más democrático por el efecto popular que ha experimentado.

Sin embargo, cada vez se aleja esta posibilidad pues lejos está de ser lo que con esfuerzo costó mucho trabajo construir.

El ejemplo más claro fue lo que pasó en la renovación de las y los consejeros estatales y distritales del Consejo Nacional de Morena, ya que las acciones que llevan a cabo algunos dirigentes inclinan la balanza hacia el lado de la simulación autocrática, alejándose de la verdadera democracia.

La renovación de las dirigencias se realizan en medio de fuertes cuestionamientos sobre el método de elección, mermando su legitimidad y su validez frente a la militancia.

De hecho el propio Monreal expuso esa situación.

Hay que recordar que, hace unos días, el mismo coordinador de los senadores de Morena decidió no participar en el ejercicio que se llevó a cabo este fin de semana pasado; aseguró que:

“Por respeto y solidaridad a los fundadores y a los militantes que fueron excluidos del proceso internos de Morena, o a aquellos que dejaron participar pero que está ya muy prefigurada la resolución y el resultado de este proceso, decidí no participar; pudiéndolo haber hecho en la Alcaldía Cuauhtémoc o de mi tierra donde nací, en Zacatecas”.

Ricardo Monreal

Y todo ello pasó como se anticipó.

A propósito de ello, la propia segregación fue la piedra angular que predominó en este “ejercicio”.

De hecho, la exclusión arbitraria de militantes como Gibrán Ramírez y John Ackerman; la elaboración de tres diferentes listados provocados por una supuesta caída del sistema; y la eliminación de 10 mil registros en la alcaldía de Tláhuac, de Ciudad de México, son algunas irregularidades de lo que se suscitó.

Por si fuera poco, no tiene mucho que varios cuadros de otros partidos se integraron a las filas de Morena, y son ellos mismo los que provocaron una indebida intervención en el proceso, documentada por medios de comunicación, de gobernadoras y gobernadores, así como de la Jefa de Gobierno.

Asimismo, otro de los aspectos que más llamaron la atención fue la falta de un padrón de afiliados que evitara operaciones de acarreo masivo a favor de aspirantes al Consejo Nacional, por parte de quienes cuentan con la capacidad económica para ese tipo de trapacerías.

Y vaya que esta fue una de las acciones que más presentaron signos de una elección sesgada a favor de quienes operaron el voto a cambio de despensas y dinero.

Eso pasó en varios puntos del país, incluso en condiciones que llegaron hasta los golpes pues fue un total desorden lo que generó dudas y suspicacias ya que, las mismas redes sociales, evidenciaron la serie de irregularidades y acciones ilegales como el acarreo a mansalva que apareció entre los principales casos.

Por ello, Morena debe hacer una reflexión profunda.

El único camino es rectificar y corregir los vicios que están acabando con la democracia interna del partido antes de que sea tarde y el costo político pueda ser muy alto al no poder ya recurrir a la imagen simbólica del presidente López Obrador a la que siguen desgastando en cada proceso electoral.