IRREVERENTE

Les platico hoy en tres tiempos, una historia estadístico-musical. Arre? Arre!

Meca de la Estadística

La población estudiantil de la Universidad rusa “Patricio Lumumba” llegaba a 34,000, de los cuales 10,000 eran extranjeros, provenientes de 160 países de un total de 195 reconocidos como tales por la ONU.

Como esta es una historia en parte estadística, les comparto dos precisiones:

  • Hay otros 6 estados que cuentan con reconocimiento parcial de países: Kosovo, Taiwán, República Árabe Saharaui Democrática y la República Turca del Norte de Chipre.
  • La población estudiantil extranjera de la citada Universidad comenzó a bajar drásticamente debido a la invasión rusa a Ucrania, que inició el 24 de febrero de 2022.

Fidel y Fidel

Conocí en La Habana a dos doctores que no eran médicos.

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Uno lo era en Estadística Digital y el otro en Matemáticas Aplicadas.

Ambos se llamaban Fidel; quién sabe por qué misteriosos motivos, jejeje…

Les estoy hablando de hace exactamente 25 años, cuando comenzaba en mí la inquietud por los procesos digitales, siendo que la inteligencia artificial no existía ni siquiera como concepto.

De esa inquietud salió el BigData del que les he contado.

Fidel y Fidel me hablaban de la “Patricio Lumumba” como la Meca de la Estadística y así, sin tocar base en México más que para despedirme de los míos, de La Habana me fui con ellos a Moscú.

Mis dos amigos cubanos eran parte de un programa de intercambio y lograron meterme en la lista de cubanos, gracias al embajador mexicano en La Habana, Heriberto Manuel Galindo Quiñones.

La balalaika

Uno de los médicos -el estadístico digital- tocaba la balalaika.

Su padre había sido uno de los miles de rusos que llegaron a Cuba en 1960, en la época de los misiles soviéticos que apuntaban desde la isla hacia territorio de EU. Era la Guerra Fría.

Por herencia, Fidel el estadístico tocaba ese instrumento de tres cuerdas con caja triangular, inventado en Rusia en 1715.

Era muy divertido verlo tocar su balalaika con algunas de las bandas cubanas pletóricas de instrumentos tropicales.

El otro Fidel, el matemático, decía que la balalaika no tocaba, sino que arruinaba.

Tercer tiempo

Soy amigo de casi la mitad de los músicos de la espléndida Orquesta Sinfónica de la UANL.

Son testimonio de ello, entre otros: la estupenda flautista suiza, Stephanie Lazrain; Gustavo Ramos, timbalista y percusionista; el primer violín, Daniel Dimov; Bernard Dufrane, clarinetista; Lenka Smolkakova, flautista que emigró la Sinfónica de Xalapa; Marco Malaigia, estupendo corno francés, triunfando hoy en su natal Italia.

Viene a cuento lo anterior porque hace días, una tal Leticia Ce, ex empleada de la OSUANL, se auto erigió en “santísima inquisidora” de cierto chat y se bañó del nauseabundo ego que despiden quienes se autoelogian híperlactantemente.

Amenazó con mandarme a la “hoguera” porque osé exhibir las argucias culinarias de una trepadora sampetrina que usurpa funciones de periodista -que para nada lo es- y a quien muy seguido se le queman los frijoles de su anafre por andar en el argüende de las redes.

No sé a qué ideología le recen Martha N. y la “música” de Leticia Ce, pues a lo mejor ni tienen… pero con gente así, las redes son malditas, no benditas.

Al acordarme de ellas pensé en una balalaika.

Ojalá les quiten las cuerdas (vocales y dedales) para que ya no toquen… ni arruinen.

Cajón de sastre:

  • Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y todo su elenco: la Infame Ramle; la ardorosa, ardiente, metiche y collona Lady Cochinilla, perdón, Cuachanilla, perdón, Cachanilla; más la Sinsostenible Irene.