El asesinato de Avisack Douglas Coronado, fotógrafa de la campaña de Xóchitl Tress Rodríguez en Juan Rodríguez Clara, Veracruz, es un trágico recordatorio de la peligrosa realidad que enfrentamos los periodistas en México, especialmente las mujeres. El ataque armado del 20 de mayo, que cobró la vida de Avisack y dejó a otros heridos, no es un incidente aislado, sino un síntoma de un problema sistémico de violencia e impunidad.
Avisack, una profesional con más de 20 años de experiencia en medios impresos, radiofónicos y digitales, dedicó su vida a informar. Su trayectoria, marcada por su trabajo en publicaciones como Diario del Istmo y Diario de Acayucan, así como su presidencia de la Asociación de Periodistas de Acayucan y su paso por la Secretaría de Salud, demuestra su compromiso con la verdad y el servicio público. Su asesinato, como el de todos los comunicadores que han muerto en forma trágica, es una pérdida irreparable para el periodismo mexicano.
El contexto del ataque, dirigido contra la casa de campaña de una figura política con un pasado controvertido como Xóchitl Tress, plantea interrogantes sobre posibles motivaciones políticas detrás del crimen.
La misma candidata ha manifestado que teme por su vida, pero asegura que no abandonará la contienda.
Al momento no hay detenidos y esto genera una profunda preocupación sobre la capacidad de las autoridades para investigar y llevar ante la justicia a los responsables. La Fiscalía General del Estado de Veracruz debe actuar con diligencia y transparencia para esclarecer este crimen atroz.
Pero el caso de Avisack es, lamentablemente, parte de una tendencia alarmante. Las estadísticas revelan un incremento significativo en el asesinato de mujeres periodistas en México, pero también un incremento alarmante de otras formas de violencia hacia las comunicadoras. El informe “Voces en Resistencia” de CIMAC desvela una cruda realidad: la violencia de género contra las periodistas mexicanas es sistémica, profunda y apenas comienza a visibilizarse. Más allá de los titulares sobre asesinatos, el estudio revela un panorama de acoso, hostigamiento, revictimización institucional y un impacto devastador en la salud física y mental de las comunicadoras.
A esto hay que agregar la falta de protocolos de protección de género en muchos medios de comunicación y la insuficiente representación femenina en los mecanismos de protección federal.
La violencia contra las mujeres periodistas en México trasciende los asesinatos. El acoso sexual, el acoso digital y otras formas de violencia de género son cotidianas en su labor. Herramientas como el “Violentómetro de agresiones contra mujeres periodistas”, desarrollado por CIMAC, son cruciales para visibilizar y prevenir estas agresiones.
El asesinato de Avisack Douglas Coronado exige una respuesta contundente. Se necesita una mayor inversión en la protección de periodistas, la implementación de protocolos efectivos contra la violencia de género en los medios y una investigación exhaustiva y transparente de este crimen. El silencio de las armas debe ser roto por la justicia y la firme determinación de proteger la libertad de expresión en México. El recuerdo de Avisack debe servir como un llamado a la acción para que su muerte no quede impune.