El deterioro de la democracia no es algo que ocurra nada más en nuestro país, es un fenómeno que se presenta a nivel mundial, sin embargo, en México se acentúa, como resultado del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Pero ¿realmente vamos derechito a un régimen autoritario encabezado por un demagogo populista? O ¿las críticas a AMLO y su gobierno son simples ataques del conservadurismo?

Dos periodistas, dos visiones

Jorge Zepeda, periodista alineado a AMLO y la 4T narra que en una gira por Alemania le preguntaron ¿cuán grave es el desplome de la democracia en México y la represión contra los periodistas? En sus respuestas él mismo reproduce, una clara defensa del presidente, dejando claro que la democracia en México efectivamente se desploma.

Zepeda Patterson reconoce que la conformación en las últimas décadas de organismos de derechos humanos, de transparencia, combate a la corrupción, competencia y rendición de cuentas significó un avance democrático, pero que hasta ahora, a más de 60 años, llegó alguien que gobierna en función de los intereses del pueblo.

Lo afirma reproduciendo el discurso demagógico de AMLO, y cuando le preguntan “¿por qué el gobierno mexicano está asesinando periodistas?”

Aclara: “he tenido que explicar que la desaparición y las amenazas contra el gremio son resultado de un largo proceso que no nació ahora y que no es el gobierno de AMLO el que desaparece periodistas, por más que no haya hecho algo para remediarlo”.

Sus respuestas siguen el mismo guion que AMLO sugiere cada día en sus mañaneras.

Carmen Aristegui

Por otro lado, la periodista Carmen Aristegui al momento de recibir el premio al Héroe Mundial de la Libertad de Prensa 2023 otorgado por el Instituto Internacional de Prensa y el Soporte de Medios Internacionales, da su propio testimonio, señalando que el presidente López Obrador lanza “dardos de veneno” en contra de la prensa.

“A las agresiones típicas de gobiernos autoritarios en contra de periodistas hay que agregar ahora un cierto tipo de agresiones promovidas por gobiernos electos democráticamente, como es el caso de México, en donde prevalecen ataque arteros y directos por políticos del más alto nivel, empezando por la figura presidencial en contra de medios y periodistas. Cuando un presidente con deliberación y cálculo político agrede con virulencia a un periodista con nombre y apellido por decir o por publicar algo desata en redes auténticas campañas de odio y descalificación…se busca deliberadamente dañar y si es posible, aniquilar esos dos frágiles ejes en los que se sostiene la tarea de la prensa: confianza y credibilidad. No se deja pasar un sólo día sin que sean lanzados dardos con veneno desde niveles presidenciales para atacar a quien investiga, a quien informa o a quien opina diferente”.

Digo lo que sea y hago lo que quiero

Lo cierto es que AMLO ha promovido el “desplome de la democracia”, porque una cosa es hablar bonito, decirle al pueblo lo que sea y otra cosa es gobernar para ellos. La primera parte, es digna de un gobierno autoritario y de un presidente demagogo y la segunda es que hace lo que quiere y, para imponer su voluntad, usa toda la fuerza del Estado.

México durante muchos años conformó un importante andamiaje institucional en derechos humanos, rendición de cuentas, transparencia, libertad de prensa, combate a la corrupción, competencia y respeto irrestricto entre los poderes de la unión; pero AMLO al llegar desapareció, quitó o descalificó a estas instituciones que para él, no sirven.

Zepeda justifica esas acciones argumentando que en el gobierno de Peña Nieto hubo una extrema corrupción.

Pero es en eso, precisamente, donde estriba la diferencia. Si un país tiene instituciones de rendición de cuentas y transparencia, la corrupción se puede ver con mayor claridad, tal como pasó durante la administración peñista, donde también se vieron las acciones en su contra.

Con Peña fueron a la cárcel más 11 gobernadores de todos los partidos y otros tantos fueron destituidos e inhabilitados.

Hay que recordar aquella fotografía que fue tomada al inicio de su administración, donde posó con todos los gobernadores, una imagen por la que fue objeto de toda clase de burlas y críticas. Quizá no fue su voluntad que se procesara y juzgara a esos funcionarios, pero lo que sí sabemos es que fueron las instituciones democráticas las que lo permitieron.

Actuar sin contrapesos es fomentar la impunidad

Hoy vemos a un presidente que reniega y pretende destruir a esas instituciones, particularmente las que sirven de contrapeso, fue con Peña que tuvimos el último referente de prensa abierta y critica e instituciones capaces de poner al gobierno “contra las cuerdas” por la corrupción.

AMLO dice gobernar para el pueblo, pero quiere destruir el INAI y destruyó el sistema anticorrupción, el mismo que puso en evidencia la corrupción de la administración peñista.

Ataca sin pudor a la prensa. Pretende destruir a las organizaciones de la sociedad civil, es decir, del pueblo, por ser críticas antes sus acciones.

Descalifica a agrupaciones, institutos y partidos políticos de oposición sin escuchar ni mucho menos dialogar, si no piensan como él, están contra de él.

Es el desplome de la democracia en México, una triste realidad de autoritarismo y demagogia, cuyas brutales consecuencias las viviremos todos.

Twitter: @diaz_manuel