La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) investigó a Enrique Peña Nieto; la Fiscalía General de la República (FGR) abrió una carpeta de investigación por transferencias sospechosas por 26 millones de pesos. Noticia bomba. Ríos de tinta corrieron en los medios y las redes sociales. El anunció puso a trabajar a las mentes más inspiradas, creadoras de inverosímiles teorías de la conspiración. Que el pacto Peña-AMLO por fin terminaba. Que era una caja china. Que era un gambito, para ganar la elección del Estado de México. La lista de teorías resultó interminable.

Difícil pensar que AMLO no sabía lo que Pablo Gómez revelaría esa mañana, pero conociendo los estilos de Pablo y de Andrés, resulta perfectamente factible que el Presidente nunca haya preguntado al titular de la UIF lo que anunciaría y cómo lo haría. Ante los ríos de tinta, Andrés repitió una vez más lo que ha dicho desde el inicio de su gobierno: “La venganza no es mi fuerte”. Le gusta ver hacia adelante y no hacia atrás. En agosto del año pasado, consultó al pueblo bueno y aunque más de siete millones votaron porque sí se enjuiciara a los expresidentes, la participación no llegó al porcentaje necesario para que esto ocurriera. Lástima.

Andrés ha sido claro y reiterativo al decir que, independientemente, de los resultados de la consulta o de sus propios deseos, si la Fiscalía tiene elementos para investigar a alguno de los expresidentes, que lo haga, que no habrá impunidad. No será tapadera de nadie. Andrés es sincero, como político dice la verdad, pero no toda la verdad.

La investigación contra Peña Nieto se irá al limbo

¿Cuál es el futuro de la carpeta de investigación de Enrique? El limbo. No avanzará, pero tampoco desaparecerá. Las principales razones: la Fiscalía no avanzará en el proceso, porque no es de su interés y le ve como un salto al vacío. Si lo hiciera, difícilmente un juez giraría orden de aprehensión en contra de Enrique.

Andrés y Enrique tienen un amarre perro, pero no como lo piensa la mayoría de los analistas. A Andrés le conviene que las cosas sigan así, en el Limbo. A Enrique también. El Presidente lo ha dicho varias ocasiones: las demandas son cosas de abogados. Él es político. Decidió que la lucha contra sus antecesores ocurre en el discurso, recordando un día sí y el otro también, pecados pasados, sacando esqueletos del clóset y ventilando trapitos al sol. Vicente y Felipe responden. Carlos, Ernesto y Enrique, aguantan. A valores entendidos, quejarse es cobardía.

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Peña Nieto tiene mucho que aclarar

Enrique tendría mucho que aclarar ante las autoridades. Permitió y solapó que la corrupción penetrara las arterias de nuestra vida pública, pero seguirá impune. Escogió un autoexilio dorado, para continuar con la vida frívola que siempre lo caracterizó. Dejo huérfano al PRI, se fue cuando el partido, que le dio todo, lo necesitaba más. Enrique no es un dirigente político, realmente nunca lo fue. Fue una invención de los publicistas, propaganda de una tienda departamental y así continua. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

Onel Ortiz Fragoso en Twitter: @onelortiz