López Obrador ha lanzado amenazas, insultos y groserías y, aunque siempre cede, en la Unión Americana ya tomaron nota de esos desplantes y berrinches, con los que el presidente antepone su interés personal sobre el de México y el pueblo que dice representar.

“Si no hay un trato respetuoso, no participo”.

Para el encuentro diplomático que se celebrará este mes en Quebec, Canadá, Andrés pidió a sus homólogos abstenerse de la “guerra sucia” en su contra y se quejó de que sectores de la oposición impulsen una supuesta campaña en redes sociales donde lo acusan de “narcopresidente”.

Pero la Cumbre es para tratar asuntos que importan e impactan a los tres países, como diría Epigmenio, “Nada Personal”, son temas de la agenda trilateral para diseñar mecanismos de cooperación que ayuden a temas de migración, narcotráfico, economía, comercio y energía, no se trata del presidente de México, sino del bienestar y desarrollo de la región.

Sin embargo, a AMLO todo eso no le importa, le interesan él y su imagen, el pueblo que se vaya al carajo.

Negar y atacar

El posicionamiento de AMLO vino luego de que uno de los principales periódicos en Estados Unidos y en el mundo, el New York Times, publicó un reportaje sobre una presunta investigación de la DEA sobre la incursión de dinero del narcotráfico en la campaña de AMLO en 2006 y otro más, sobre la posibilidad de que el numerito se repitiera en su campaña de 2018.

Sobre el primer reportaje AMLO, desde el púlpito donde se envalentona, lanzó toda clase de ataques al gobierno de Estados Unidos, pidió que se disculparan, que son el conservadurismo, que se meten en el proceso electoral de México y hasta dijo que no son dignos de la estatua de la Libertad que tienen en Nueva York.

Su bribonería sólo quedó en eso, poco después AMLO y Biden sostuvieron una llamada telefónica donde hablaron de los problemas de migración, producción y tráfico de fentanilo y de la disculpa solicitada, nada.

Luego, otra vez envalentonado, aseguró desde su púlpito que no recibiría a la mensajera de seguridad del presidente Biden, pero al final la recibió, al igual que a la delegación de miembros de los gabinetes de Canadá y Estados Unidos que también visitó México.

Porque cara a cara, Andrés no se atreve a decir lo que despepita en la mañanera frente a su clan de reporteros amigos y empleados de Jesús Ramírez Cuevas que le hacen el caldo gordo en sus mañaneras. De frente, termina desviviéndose en elogios y diciendo que tiene una excelente relación con Biden.

Visas canadienses

Otro asunto que no es menor es que, dada la cantidad de refugiados y migrantes que llegan a ese país, Canadá se vio obligado a imponer nuevamente visa para los mexicanos, lo que muestra las condiciones en que se encuentra México por la inseguridad y la falta de empleos competitivos, las personas salen huyendo en busca de mejores oportunidades.

Mucho se ha hablado de que nuestro país tiene una posición geográfica inmejorable para potenciar el nearshoring, de que tenemos la frontera con los mayores cruces comerciales y un importante Tratado Comercial con los Estados Unidos, país del que somos el principal socio comercial y político y con Canadá, de que participamos en la APEC y tenemos un tratado comercial con Europa, es decir, tenemos un ventajoso enlace con los mayores mercados a nivel mundial, pero la falta de infraestructura, seguridad y energías limpias y suficientes, impide que desarrollemos ese importante potencial que se traduciría en beneficios para el país.

Cobardía

En política exterior no faltan ejemplos de los berrinches de Andrés, apenas en octubre pasado, también desde su púlpito aseguró que no iría a la cumbre de la APEC que se celebró en San Francisco California, donde el plato fuerte eran los presidentes de Estados Unidos y China porque asistiría la presidenta de Perú y no podría estar junto con ella.

Otra vez, días después de esas declaraciones vino a México el secretario de Estado Antony Blinken a entrevistarse con AMLO, dos días el tabasqueño reculó y anunció que sí iría a la Cumbre donde estuvo como niño regañado, atrás sin que nadie le hiciera caso.

Y así ha sido todo el sexenio, desde Palacio grita, insulta y descalifica, pero de frente, se agacha, o como bien lo describió su amigo el expresidente Donald Trump, se “dobla” fácilmente.

Ahora, en el último tramo de su gobierno, cuando amenaza con no ir a la Cumbre en Quebec, su negativa toma otro matiz, pareciera un gran temor, como si ahora más que la propaganda política que acostumbra algo hubiera de fondo como el miedo a que fuera de su terruño se vea obligado a responder sobre los temas incómodos que lo afectan en lo personal.

¿A qué le tiene miedo? ¿A enfrentar a una prensa libre, no a modo como los de la mañanera? ¿A preguntas incómodas a las que no pueda responder adecuadamente? Peor aún ¿será que realmente esconde algo y teme ser sorprendido fuera del cobijo de su Palacio y quedar en evidencia?

Bien dicen, que el miedo no anda en burro.

Manuel Díaz en X: diaz_manuel