No sé si por hackeo o porque a ministros y ministras la tecnología les vale gorro, el caso es que no abre la página de internet de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así ha estado durante varios días. ¿Sería mucho pedir a la ministra presidenta Norma Piña reparar lo que esté dañado?

La que sí está operativa es la cuenta de Twitter de la SCJN, y qué bueno. Comentaré el siguiente tuit:

Aunque la discusión continuará la próxima semana, entiendo que la mayoría de ministros y ministras ya validó el decreto que quita presupuesto al Instituto Electoral de la CDMX. Esto después de analizar un proyecto elaborado por el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, presidente de la primera sala de la corte.

Me encanta este párrafo de lo dado a conocer por la SCJN en Twitter: “La aplicación del principio de austeridad republicana no invade la autonomía de los órganos autónomos o la posibilidad de desarrollar sus funciones sustantivas, pues resulta acorde con los principios de eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez a que se refiere el artículo 134 de la Constitución federal y que son aplicables al gasto público”.

Por cierto, leí que la ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández estuvo en contra del proyecto porque, en su opinión, se afectan los derechos políticos de la gente. El ministro Alberto Pérez Dayán, presidente de la segunda sala, también votó en contra probablemente por la misma razón.

“No soy quien para desprender hojas de la Constitución”, dijo Pérez Dayán en una discusión anterior en la corte. Voy a parafrasear tan maravillosa expresión: no soy quien para refutar a dos juristas de primerísimo nivel —don Alberto Pérez Dayán y doña Norma Piña—, pero creo que siempre es posible hacer lo mismo, e inclusive hacerlo mejor, con menos.

Lo acaba de probar Elon Musk. Despidió a la mitad de los trabajadores y las trabajadoras de Twitter y esta red social funciona exactamente igual que antes. El ejemplo de Musk lo han seguido quienes dirigen otras empresas tecnológicas: Google, Facebook, Amazon, Spotify y Microsoft han despedido a decenas de miles de personas.

Más allá del drama terrible para muchas familias que significa la pérdida del puesto de trabajo de quienes las sostienen, lo cierto es que el sistema económico tal como lo conocemos, en el que vivimos y que no hay posibilidades reales de cambiar —el capitalismo, pues— sin eficiencia no funciona.

Quizá en los primeros tiempos del auge de internet era necesario que las compañías contrataran gente de más, si no por otra cosa, para enfrentar los retos de un sector productivo desconocido y por lo tanto inexplorado. Pero, una vez consolidada la nueva industria, lo único prudente era reducir sus cargas operativas a niveles financieramente sanos.

Creo que el presidente Andrés Manuel López Obrador no hace lo correcto al cuestionar tan duramente a la corte suprema y, evidentemente, al subrayar que no se ha reunido ni quiere reunirse con la ministra presidenta Piña.

Entiendo la actitud de Andrés Manuel como una posición dura de negociación anticipando lo que podría ocurrir —una sentencia de inconstitucionalidad— cuando la corte suprema debata las reformas a las leyes electorales.

El presidente de México más que cerrarse a dialogar con la ministra presidenta, debería invitarla a Palacio Nacional a discutir lo que verdaderamente significan los cambios a la legislación electoral y, desde luego, también lo que está detrás de la oposición a los mismos encabezada por el mandamás del INE, Lorenzo Córdova.

En la reunión deberían igualmente participar el resto de ministros y ministras de la corte, como Pérez Dayán —quien por lo que entiendo considera, coincidiendo con la ministra Piña, que la austeridad del Instituto Electoral de la CDMX atenta contra los derechos políticos— y Pardo Rebolledo, quien si he leído correctamente las cosas piensa que es constitucional y no atenta contra la autonomía de los órganos autónomos que una dependencia pública, por muy INE que sea, baje su gasto y, ejerciéndolo con honradez y transparencia, se vuelva eficaz y eficiente.

Andrés Manuel, con una taza de café en la mano tendría que pedirle a Piña, Pérez Dayán, Pardo Rebolledo y el resto de la corte que analicen cuidadosamente lo dicho tantas veces por Córdova: este no defiende la democracia, sino nada más rechaza la austeridad y se niega a buscar fórmulas de gestión para hacer lo mismo —e inclusive hacerlo mejor— con menos.

Es un presupuesto gigantesco lo único que defienden Córdova y el resto de partidarios de que no se toque al INE tal como lo conocemos. El exceso de recursos les volvió insaciables y, como suele ocurrir, les convirtió en flojos.

Es sencillo, y sin duda exige poco trabajo físico y mental, hacer las cosas más o menos bien con exceso de dinero. Lo complicado es alcanzar las metas en la austeridad. Complicadísimo y hasta imposible si se perdió la costumbre de trabajar, como parece haber ocurrido en la administración y en el consejo del Instituto Nacional Electoral.

Seguramente fue necesario, hace más de dos décadas, invertir enormes recursos para garantizar la legalidad electoral, que por cierto el INE —cuando era IFE— violentó en 2006, ya que hubo un enorme fraude electoral; invito a ministros y ministras que lo duden a ver el documental de Luis Mandoki “Fraude: México 2006″. Luis estaría encantado de presentarlo en un salón de la corte y discutirlo con los y las 11 mayores juristas de nuestro país.

El hecho es que, a un costo elevadísimo, se pudo crear y consolidar una cultura democrática. Ahora llegó el momento de organizar elecciones libres y limpias sin gastar tanto dinero, que urge dedicarlo a atender otras necesidades sociales.

Es bueno saber —me enteré por el anteriormente citado tuit de la corte— que es constitucional la austeridad y, con esta, la obligación de trabajar para hacer lo mismo con menos:

“Los recursos económicos de que dispongan la federación, las entidades federativas, los municipios y las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados”.

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Artículo 134

Si Lorenzo Córdova no sabe ser eficiente porque es un niño mimado de la vida —sin duda un junior medianamente aplicado que ha sido más un producto de la cultura del privilegio que la del esfuerzo—, habrá gente que sí pueda organizar procesos electorales más baratos y tan limpios como el de 2018.

Creo que si AMLO, con datos y razones, argumentara lo anterior a la presidenta de la corte suprema, la ministra Piña Hernández podría empezar a cambiar su punto de vista, si acaso, como parece, es contrario a las reformas de la 4T a la ley electoral. Ojalá el tabasqueño deje la negociación dura y dialogue, algo que este hombre hacer mejor que nadie.

Aunque al parecer Miguel de Unanumo nunca la dijo, conviene recordar aquí la famosa frase que se le atribuye: esta vez lo importante es convencer, Andrés, no vencer.