No es una novedad en la historia de la diplomacia mexicana que el presidente de la República nombre a su conveniencia a embajadores y cónsules generales. El artículo 89 de la Constitución, el cual establece las prerrogativas del jefe del Estado Mexicano, lee a la letra:

“III- Nombrar, con aprobación del Senado, a los embajadores, cónsules generales, empleados superiores de Hacienda y a los integrantes de los órganos colegiados…”

Esta reserva de “nombrar, con aprobación del Senado” representa nada en la práctica política, pues la cámara alta, y en particular, la Comisión de Relaciones Exteriores, ha entendido históricamente que el presidente de la República, a la luz de las competencias contenidas en el propio artículo 89, es el responsable de la conducción de la política exterior del país. Es por ello que el Senado suele aprobar sin reservas los nombramientos presentados por el Ejecutivo.

A pesar de haberse convertido en una práctica recurrente de los presidentes de todos los partidos políticos, representa un desincentivo, a mi juicio, para los mexicanos talentosos que forman parte del Servicio Exterior Mexicano, quienes difícilmente pueden aspirar a ocupar la titularidad de una embajada o un consulado general.

Los jefes del Ejecutivo han hecho uso de esta técnica política para mover sus cartas como mejor convengan a sus propios intereses y a los de su partido, sin miramientos hacia lo que verdaderamente conviene para el avance de la política exterior mexicana. Por tanto, como he señalado, esta práctica legal (quizá ilegítima, dependiendo cómo se mire) ha sido recurrente en el pasado. Ahora, bajo la presidencia de AMLO, se repite.

Recomiendo, en este sentido, la lectura de la columna intitulada “El Servicio Exterior, además de Salmerón” autoría del ex canciller Jorge Castañeda, publicada en la revista Nexos y en este espacio de SDPnoticias. En ella, el ex titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores realiza un análisis y recuento sobre las embajadas y consulados generales cuya dirección está ahora bajo la responsabilidad de personas ajenas al Servicio Exterior Mexicano. No tiene desperdicio.

Sin embargo, el actual presidente de México ha agregado un ingrediente extra: el nombramiento de personajes polémicos. El caso de Pedro Salmerón, nominado por AMLO para embajador de nuestro país en Panamá ha levantado serios cuestionamientos públicos en torno a su idoneidad, competencias, y más aun, frente a señalamientos hechos en su contra por acoso sexual.

¿Procederán los nombramientos hechos por AMLO en la cámara alta? Sin duda. Salmerón irá a la Ciudad de Panamá y Quirino Ordaz a Madrid. Allá jugarán estos personajes para defender la imagen de AMLO y de la 4T en el extranjero, y pronto olvidarán que son funcionarios de Estado y no enviados personales del presidente en turno.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4