Ciro Murayama, el racista y futuro ex consejero del INE que el pasado 24 de enero declarara ante el ultraderechista diario El País que la democracia no estaba en el ADN de los mexicanos, siguió con su vendetta contra las masas de ciudadanos mexicanos que elegimos a López Obrador y su proyecto.

“No existe el pueblo”, dijo el timorato y cobardón Murayama, citando a un reaccionario académico ex marxista de origen polaco, Adam Przeworski. Eso es lo que quisieran las élites a las que sirve la burocracia dorada, borrar o limpiar al pueblo para lograr -de alguna forma- una versión sanitizada en donde no tuvieran que ver, convivir, ni siquiera saber de la existencia, de personas indígenas, pobres, morenas y racializadas.

Este sábado, más de 500 mil individuos pertenecientes a ese pueblo que según Murayama y Przeworski “no existe”. se reunieron para demostrar su apoyo al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador, quién con más de 4 años de su sexenio sigue conservando una aprobación de más del 60%.

Nuestra nación, en un ambiente festivo, celebró el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera y el rescate de Pemex por parte del gobierno de la 4T encabezado por AMLO.

Lo más relevante de estos cuatro años en donde se han roto los paradigmas del fallido y asesino modelo neoliberal es ese despertar del pueblo mexicano en el cual el mandatario hace hincapié en sus conferencias matutinas.

Su discurso puede sintetizarse en su arenga, casi al final de su discurso:

“Intervencionismo, oligarquía, racismo, clasismo, corrupción”: ¡NO!

Libertad, democracia, honestidad, justicia social, soberanía: ¡SÍ!”, siendo los “sí " y” no " coreados por las más de 500 mil almas presentes en el zócalo capitalino.

López Obrador eventualmente se irá al terminar su ciclo, pero los mexicanos no regresaremos a ser ese pueblo de 2006 o 2012. Nunca más una minúscula élite blanqueada que presume de su supuesta superioridad vía su blanquitud logrará imponer su voluntad a más de 130 millones de mexicanos de origen indígena, mestizo y afromexicano. Ese será quizás el mayor legado de López Obrador.