Estados Unidos es muy quisquilloso. Emite sus famosas alertas migratorias, que sugieren a sus ciudadanos no viajar a cualquier punto de México (y otros países), donde suceda cualquier episodio de violencia. Los señores vecinos del norte ven, siempre, la paja en el ojo ajeno, mas nunca la viga en el suyo propio. Acaban de asesinar por medio de atropellamiento a 7 migrantes y un tanto mas que resultaron heridos. (Se ignora si todos son mexicanos, pero seguramente la mayoría sí que lo son.)

Ebrard y su sevilismo ante el “Tío Sam”

El canciller Marcelo Ebrard nunca ha sido escuchado referirse de forma enérgica (como sí el presidente López Obrador lo ha hecho) respecto a los crímenes, abusos y más aún todavía, los numerosos problemas que indirecta o directamente nos causan los gringos y sus “diversiones”, como lo son el salir a matar gente inocente a calles, centros comerciales o escuelas, debido a la grotesca proliferación de armas de alto poder, prácticamente a la mano de todos; mismo fenómeno qué propicia el infernal ambiente de guerra que México vive desde la irresponsable y criminal guerra desatada desde diciembre de 2006 por entonces presidente Felipe Calderón, luego de ganar la elección más cuestionada en la historia del país. También la bestial afición a las drogas ilícitas tiene a Estados Unidos sumido en ese virtual infierno, dándose el lujo su gobierno de pretender endosar toda la responsabilidad a México. Huelga decir, que cada día ese país goza de menor reputación y credibilidad ante el resto del mundo.

La pregunta es, y cabe en este momento en especifico, ¿reaccionará el canciller de forma categórica y en fuerte tono ante el crimen de odio contra connacionales en Brownsville, Texas? O de plano¿ le dejara de nuevo la tarea a AMLO? El gobierno de El Salvador, recientemente acusó públicamente a México de cometer crimen de Estado por la muerte de salvadoreños en el incendio de la estación migratoria en Ciudad Juárez, y el presidente López Obrador apechugó y les dio toda la razón.

No es posible continuar teniendo una política exterior blandengue, cobarde y agachona, como lo fue en gobiernos panistas, tan parecidos en algunos aspectos (como el que nos ocupa) al hoy secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón.