Por Carlos Meza. Corresponsal

Madrid, 27 Mar (Notimex).- El reloj antiguo en la sala de juntas del Consulado de México en Barcelona, noreste de España, es testigo mudo pero emblemático de las relaciones entre ambos países y que hace casi 35 años volvió a su lugar en la sede diplomática.

En la inauguración de la nueva sede del Consulado, en octubre de 2003, el entonces cónsul mexicano Sealtiel Alatriste narró la historia de ese objeto que es parte de los momentos buenos y malos de la relación entre México y España en el siglo XX.

En 1939, casi al finalizar la Guerra Civil Española, el consulado tenía su sede en la Rambla de Catalunya de Barcelona, y el gobierno mexicano que apoyaba a la II República decidió cerrar todas sus representaciones diplomáticas en España.

Los diplomáticos y personal del consulado salieron rápido de la ciudad condal en medio de gran tensión, ante la inminente llegada de las tropas franquistas.

Uno de los conserjes del edificio, que hacía labores de mozo al personal del consulado, se encargó de cerrar la oficina y recibió varios enseres, entre ellos el reloj de pared que uno de esos días dejó de funcionar al marcar las dos.

El trabajador guardó en su casa todos los objetos para entregarlos nuevamente cuando pasara la tensión, pues pensó que no pasarían muchos meses para la reapertura del consulado, pero se acumularon los años y las décadas de dictadura franquista (1939-1975).

En 1978, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países un año antes, el consulado se reabrió en lo que ahora es la avenida Diagonal, una de las principales de Barcelona, y un hombre se presentó a ofrecer objetos de la representación mexicana.

Se trataba del hijo de aquel conserje, quien narró a los diplomáticos mexicano la historia de su padre y del empeño por guardar todo lo que se le entregó, pero principalmente el reloj de madera, pesado y antiguo, al que prestaba especial cuidado.

El joven explicó que su padre antes de morir le pidió encargarse de todo convencido de que el consulado se reabriría, por lo que regresó el reloj con las manecillas detenidas, como símbolo de interrupción de relaciones bilaterales.

El reloj volvió a lo que se considera su lugar natural, siguió con las manecillas detenidas para no olvidar lo ocurrido, y el consulado reconoció a la familia del conserje en gratitud a su lealtad y perseverancia.

Desde octubre de 2003, el reloj está colgado en la sala de juntas de la nueva sede del consulado, en casa estilo chalet modernista de inicios del siglo XX, ubicada en el paseo de la Bonanova, que perteneció al sultán marroquí Muley Afid.

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