Berlín, 1 feb (EFE).- Científicos han descubierto que la adipocira o grasa cadavérica es la causa de la buena conservación de los esqueletos animales del yacimiento fosilífero de Messel, en el sur de Alemania, anunció hoy el Instituto de Investigación Senckenberg de Fráncfort.

Según los expertos, las bacterias responsables de la putrefacción no eran lo suficientemente rápidas hace 47 millones de años para descomponer la capa de grasa de los animales muertos, explicó este centro.

De esta manera, los animales prehistóricos del yacimiento de Messel, patrimonio natural mundial, pasaron de "cadáver saponificado" a fósil duro sin descomponerse y se conservan hasta el día de hoy en extraordinariamente buen estado.

"Los esqueletos de fósiles vertebrados se conservan generalmente como una colección de huesos dispersos de forma caótica", es decir que, por regla general, se encuentra "aquí una costilla, allá un hueso coxal", indicó el instituto.

Pero en el yacimiento de Messel, en el sur del estado federado de Hesse, la situación es la opuesta, ya que los huesos de muchos de los animales prehistóricos hallados allí se encuentran exactamente dispuestos como corresponde.

"Durante décadas, la razón por la cuál los esqueletos no se descompusieron representaba un enigma sin resolver", declaró Krister Smith, del departamento de Senckenberg para la investigación de Messel.

Para desentrañar el enigma, el científico analizó junto a un paleontólogo del estado federado de Renania-Palatinado un lagarto (Geiseltaliellus maarius) extraordinariamente bien conservado.

Tras la muerte del animal prehistórico, el cadáver se sumergió en el fondo del lago Messel, donde por regla general los microorganismos descomponen cualquier cuerpo orgánico, de manera que finalmente el esqueleto se descompone en huesos.

Sin embargo, "el agua del fondo de lago carecía de oxígeno", lo que durante un periodo prolongado frenó la descomposición del tejido blando, indicó Michael Wuttke, de la dirección general de patrimonio cultural de Renania-Palatinado.

"En estas condiciones, las bacterias no son capaces de disolver en su totalidad la grasa de los cadáveres", explicó el fenómeno.