México.- Desgarradores testimonios dan cuenta de cómo se dio el asesinato del periodista Javier Valdez, que no registraron las cámaras, el lunes 15 de mayo, en Culiacán, Sinaloa.

Lo bajaron de su coche, lo obligaron a arrodillarse y le dispararon, por eso que su sombrero se mantuvo sobre la cabeza y sus manos quedaron debajo de su cuerpo, con las piernas extendidas y juntas.

De acuerdo con La Jornada, así lo revelan funcionarios ligados a la investigación del homicidio del periodista y fundador de Ríodoce.

Ese lunes, Valdez llegó a las 9:00 horas para participar en la junta editorial del semanario para analizar las propuestas informativas y los temas para los números siguientes, como lo hacían cada semana,

Tras esa junta, que duró dos horas, Javier se quedó redactando una noticia para La Jornada sobre las manifestaciones magisteriales ese día en Culiacán.

El comunicador ya había mencionado a su familia que había riegos y amenazas. Luego de recibir apoyo, el periodista definiría cuándo saldría de Sinaloa.

Alrededor del mediodía,  Javier Valdez, abordó su coche y en la calle Rivapalacio, entre Ramón F. Iturbe y Epitacio Osuna, colonia Jorge Almada, un coche blanco le cerró el paso. En el lugar no se encontraron huellas de frenado intempestivo, tampoco rastros de choque.

De acuerdo con la nota, firmada por Gustavo Castillo, los investigadores señalan que el periodista se detuvo como si se tratara de una cortesía para que otro vehículo se incorporara a la vialidad.

Pero del auto, descendieron dos hombres encapuchados y obligaron a Javier Valdez a abandonar su unidad.

Según los testigos, el periodista fue amagado. Sacó las bolsas de su pantalón de mezclilla como si se tratara de un robo.

Y después de que los encapuchados hablaron con él un minuto o dos, hicieron que se arrodillara: El periodista colocó las manos al frente, sobre sus piernas, y se habría agachado. Entonces comenzaron a dispararle: 12 balas salieron de las armas y Javier cayó de frente.

Los paramédicos que llegaron al lugar, hallaron el cuerpo del periodista sin vida, por lo que se dispusieron a colocarle una manta azul sobre su cuerpo, solamente la cabeza y el sombrero sobresalían.

El momento quedó registrado en la memoria de los testigos, pues ninguna cámara de vigilancia que opera el ayuntamiento ni de los negocios que existen en la ruta que siguieron los sicarios captó sus rostros y sus acciones, porque no funcionan, pues el municipio no paga desde hace más de un año el mantenimiento de los equipos.

Lee: Cámaras en Culiacán estaban desmanteladas