Saltillo.- Torreón era una de las ciudades más violentas del mundo a principios de esta década. El año pasado salió del grupo de las 50 metrópolis con mayor índice de homicidios dolosos. El candidato del PRI al gobierno del estado, Miguel Riquelme, basa en ese crédito su principal oferta política: “En seguridad, ni un paso atrás. Esa ha sido mi convicción, es la prioridad de mi campaña y lo será durante mi administración”. Para disuadir el voto por las oposiciones en un estado en poder de su partido desde 1929, Riquelme señala como ejemplo del “resurgimiento de la violencia” a los vecinos que el año pasado estrenaron alternancia (Durango y Tamaulipas), gobernados por el PAN, y al que en 2015 eligió al primer mandatario independinete (Nuevo León).
En 2012 —primer año de gobierno de Rubén Moreira y segundo del alcalde Eduardo Olmos—, Torreón figuraba entre las 10 ciudades más violentas del planeta, de acuerdo con un análisis del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal. La tasa de homicidios era de 88 por cada 100 mil habitantes. La Laguna ha sido escenario de las luchas más encarnizadas de los carteles de la droga por el control de la plaza. Para un gobierno federal urgido de victorias, Torreón ejemplifica cómo se puede revertir una situación crítica. A mediados de 2013, el barómetro de opinión del Centro de Investigación México Avanza reveló que 95% de los jóvenes de entre 18 y 25 años, y el 77% en el rango de 26 a 30, abandonarían la ciudad. El primer motivo era la inseguridad. (El Siglo de Torreón, 25.05.13)
Riquelme presume como logro prinicipal de su alcaldía “haber regresado la paz a Torreón”, tesis con la cual no todo el mundo está de acuerdo. Sin embargo, las ráfagas de AR-15 y AK-47 a plena luz del día y en cualquier sitio, los colgados y episodios como la balacera del 21 de agosto de 2011 frente al estadio de futbol, durante un partido del Santos, no se han vuelto a repetir. Fue en la gestión de Humberto Moreira —hoy aspirante del Partido Joven a diputado plurinominal— cuando Coahuila, en particular La Laguna, vivió su peor pesadilla de violencia y cuando los Zetas y sus capos se arraigaron en el estado, según denunció el expresidente Calderón en su pasada visita a Saltillo.
Riquelme, postulado por otros seis partidos con el paraguas de la Alianza por un Coahuila Seguro, afronta un proceso altamente competido. Las encuestas, no siempre acertadas, proyectan un final de fotografía; hasta ahora, entre el PRI y el PAN. La mayoría establece un empate técnico. El alcalde con licencia sabe que la deuda por más de 40 mil millones de pesos, herencia del gobierno de Humberto Moriera, las empresas fantasma y otros escándalos lastran su campaña. Por esa razón recurre a las ofertas: 170 mil empleos en el próximo sexenio (30 mil de los cuales se orientarán a La Laguna), soporte económico mensual para que 300 mil familias “solventen sus carencias sociales”, garantía de “pensión y acceso a la salud para los adultos mayores”, infraestructura regional y una financiera para que las mujeres inicien sus propios negocios.
El primer secretario de Gobierno de la administración de Rubén Moreira ve “euforia en La Laguna y en la región Surte (Saltillo)”, regiones donde se concentra la mayor parte de la lista nominal de electores. Uno de los temas más acuciantes en el estado se refiere a la salud. Hospitales sin medicamentos, camas y quirófanos insuficientes, personal en condiciones laborales críticas y sin incentivos. Riquelme ofrece a los coahuilenses “medicinas suficientes (y) si no les suministran la receta, el gobierno se las pagará”.